27-11-16. Llegamos al lugar por primera vez, queríamos pasar el día allí. Los cuarenta pesos (por persona) pagados por la entrada se observan bien empleados
al ver el buen estado de mantenimiento del lugar. Sectores de césped parejamente cortado para el camping, el ocio y el esparcimiento, contrastan con las desordenadas varas de los juncos que emergen del agua, formando el hábitat ideal de una fauna variada. Nutrias y aves moran en ese lugar yendo de aquí para allá.
Podríamos decir que hay dos sectores bien marcados como formas de estancia para las personas. El de la entrada y hacia la izquierda: alegre, ruidoso, movido; y el otro, hacia la derecha, más intimista, y silencioso. Pintorescos puentes de madera unen distintas orillas mientras por debajo una suave alfombra de terciopelo verde flota en el agua inmóvil.
El atardecer nos despid
ió amablemente dejándonos con esas ganas de volver por más.
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