Bienvenida

¡Hola!

Este blog es un lugar, un lugar en movimiento para compartir.

Compartir los viajes, los paisajes, las vivencias, las alegrías, las reflexiones y, por qué no, las penas, que, esperamos, no sean muchas.

¿Por qué territorio? Porque es la tierra que nos aloja y es, también, el aire, el mundo material y simbólico, las ilusiones y herencias que también nos sostienen.

¿Por qué en movimiento? Porque, al movernos, lo cambiaremos y será cambiado. Por el paisaje, la gente, el camino, otros soles, nuevas lluvias; en este desafío de trasladarnos con nuestro territorio a largo plazo, en el tiempo y en el espacio.

¡Suban con nosotros y acompáñennos! ¡Pongámonos en movimiento!

Adriana y Nelson


30 mar 2013

Adícora y alrededores.

03-03-13. Al ingresar a la Península de Paraguaná se pasa por el Parque Nacional Médanos de Coro.


Adícora nos sorprende por lo marrón de sus aguas. Está lleno de jóvenes que practican kitesurf; aguas color marrón oscuro, viento constante y un intenso calor hacen que nos refugiemos bajo los únicos árboles que encontramos cerca de la costa.


Más tarde se nos ocurre caminar por el pueblecito y ¡sorpresa! arribamos a la otra playa del pueblo, que mira al oeste. Está llena de gente, muchísimos nadando en las claras aguas del Caribe, ventas de artesanía, comida y mucha cerveza completan la postal.


Esa noche dormimos en la plaza central del pueblo, frente al puesto policial; el agente al enterarse que somos argentinos nos recibe muy atentamente y charlamos un largo rato en la vereda, cerca de las estrellas y del rumor del mar.

Al día siguiente conocimos dos salitrales que hay en la península.




Avistamos varias especies de aves y quisimos conocer más para lo cual fuimos a la Reserva Biológica de Montecano que se halla en el centro de la península. Lamentablemente cuando llegamos a las modernas instalaciones, estaba todo cerrado sin carteles informativos al respecto. Sólo encontramos unas cabras procurándose su comida.



También aquí la naturaleza está intervenida por el hombre.


Coro, Venezuela.

02-03-13. Llegamos a Coro, ciudad de mucha importancia en la guerra por la independencia criolla.


Posee su centro histórico restaurado y fue declarada Patrimonio de la Humanidad. Al ser fin de semana no hay movimiento, sí muchísimo calor, por suerte corre permanentemente una agradable brisa que hace que el mismo no sea tan extremo.



La Vela de Coro, puerto de la ciudad, posee una pequeña playa, bastante visitada, es un pueblecito de aspecto tranquilo, con muchas casas de la época colonial, la mayoría sin restaurar. Los grafitis y las pintadas políticas crean un contraste llamativo con la arquitectura.


En la playa la brisa vuela la fina arena creando una sensación molesta. Nos hace acordar a la lejana Playa Unión.





















Al vernos bajar de la casa rodante, el dueño de un negocio, “inversiones”, viene a charlar. 

¡Cómo les gusta conversar a los venezolanos! Siempre encuentran una excusa para sentarse y continuar una conversación por horas. En esta oportunidad el señor nos cuenta de su enojo por cómo el gobierno está manejando la información acerca de la salud de Chavez y considera una mentira el hecho de que haya vuelto al país el 18 de febrero a la madrugada. 

Primero nos dice, de manera difusa, que trabajaba en la Universidad pero al rato de la charla nos cuenta que fue guardaespaldas de cuatro presidentes (a quienes nombra) y sabe del despliegue de seguridad que se realiza cuando estos se desplazan. Se siente totalmente indignado por cómo se está tratando al pueblo en relación a este tema.


Haitón de Guarataro

01-03-13. A las 7,30 hs estábamos en la ruta camino a Caburé donde hicimos algunas averiguaciones acerca de unas cuevas, simas, haitón y cascadas que sabíamos que había por aquella zona.

Después de recorrer ese particular pueblo en busca de la Oficina de Turismo y de encontrarla bastante lejos del centro del lugar, obtuvimos la información necesitada por parte de choferes de busetas que descansaban en la pequeña y pintoresca Plaza Bolivar.

A las 11,15 hs partimos del poblado. Los choferes  nos habían dicho que era cerca (ellos tardan unos 15 minutos en llegar).
Por caminos de montaña, tomamos las distintas “Y” (ye) hacia la derecha como nos indicaron que lo hagamos. En Venezuela, así como en Colombia, a las bifurcaciones de la carretera las llaman “Ye” y de ahí diferencian si hay que doblar hacia la derecha o a la izquierda.

De pronto el GPS anuncia: “Navegación fuera de carretera”.

Continuamos un poco y, donde vemos una casa con una puerta abierta, paramos a preguntar. 

El señor nos dice que nos habíamos pasado pero no sabía explicarnos por cuanto ni hacia dónde debíamos ir. De todos modos trataba de vendernos cambur (bananas) muy maduras y sueltas que tenía en un bol de su casa, como si fuera las que ellos estaban comiendo en ese momento, a un precio exorbitante. Ante nuestra negativa comienza a bajar el precio y luego a subirlo nuevamente. Nos despedimos agradeciéndole por “atendernos”.

Avanzamos hasta ver a otro hombre que confirma que nos habíamos pasado de largo. Insistiendo, con la explicación de éste más la de Paulina en el GPS, llegamos al ansiado lugar ya un poco cansados.

Al costado de la ruta, con la vegetación selvática de fondo aparece el cartel del Parque Nacional Juan Crisóstomo Falcón, en el que se encuentra el Haitón de Gurarataro a 1244 msnm. Además del cartel hay una casilla construida de bloques sin terminar o abandonada y una churuata (una estructura de madera sosteniendo un techo de palma). Todo vacío.



Empezamos a dudar. ¿Cuánto tiempo llevará la caminata hasta el haitón? Vemos que alguien, tal vez otro turista solidario, dibujó con carbón en la pared sin revocar, el supuesto recorrido con algunas señales, pero no sabemos las proporciones y el tamaño real del lugar.


¿Serán más de tres horas? Nos parece inadecuado dejar la casita sola allí. ¿Y si la roban?
Se nos ocurre que tal vez sería mejor que primero vaya uno y luego el otro a hacer la visita. Pero, ¿si son más de dos horas?. Nos llevaría mucho tiempo, además ¿si vienen a robar y encuentran a alguno de nosotros solo…? ¡Nos alertaron tanto durante este viaje sobre el robo a turistas en lugares solitarios!


Decidimos arriesgarnos a ir los dos, ya que habíamos llegamos hasta allá.

Cambiamos nuestros pantalones por unos largos de senderismo por los posible insectos, también las remeras, para no transpirar las “urbanas”, nos pusimos medias y zapatillas y nos llenamos de repelente para los mosquitos. Preparamos la mochila, llevamos las dos cámaras de fotos, los anteojos de leer y los de sol, y preocupados, decidimos iniciar el recorrido.

Cerramos la Master con las dos alarmas. Miramos el reloj, eran las 12,15 hs.

¿Y si nos asaltan en el bosque? ¿Si nos roban las dos cámaras? ¿Cómo enfrentar a los ladrones? ¿Qué decirles para convencerlos de que nos dejen ir?

La tensión hacía que camináramos rápido. Los cantos de las aves, especialmente unas muy extrañas, sonaban como martillazos sobre un caño, y sonidos de animales moviéndose entre la espesura de las plantas nos provocaba más inquietud aún.

¿Serán personas esperando al ingenuo turista?

Leemos el primer cartel explicativo sobre las Epifitas y las Bromelias, avanzamos y vemos una especie de cueva/caverna baja.

Avanzamos pocos metros más y nos encontramos con una baranda de madera y otro cartel explicativo:


Sacamos fotos. Traspasamos la baranda y nos acercamos al pozo. Es impresionante su profundidad y la oscuridad que encierra.



















Ambos miramos los relojes, pero no nos dijimos nada. Todavía faltaba el resto del recorrido. 

De fondo continuaba el martilleo, unos metros más y encontramos, sucesivamente otros dos carteles y … nuevamente la ruta asfaltada, a unos quince metros de done habíamos dejado la Master.

Miramos nuevamente el reloj. Eran las 12,36 hs. Nos reímos. ¡Los preparativos llevaron mucho más tiempo que la excursión!


Los residuos ¡una pena!

Pasamos algunos días de viaje, dedicados básicamente al Estado Falcón y la Sierra de San Luis y sus alrededores.


El paisaje se fue tornando cada vez más seco, con plantas ocres acompañadas de basura por cientos de kilómetros a los costados de la ruta.


Pareciera que aquí, en Venezuela, tienen un grave problema con la recolección de residuos, además de con los hábitos en relación a los desechos. Por tramos se encontraban montones de basura, incluso en bolsas como si los hubiera tirado allí el camión recolector. Al tratarse de un camino de montaña, estos se esparcían hacia el borde de la ruta, oprimidos por el macizo del cerro.


Como el agua realmente escasea en esta región, no pudimos cargar agua en la casita. A las estaciones de servicio se la llevan en camiones cisterna, al igual que a las casas particulares que presentan sus enormes tanques azules al frente de las mismas.


El camino estaba en tan malas condiciones que decidimos parar antes de lo pensado en Churuguará, donde un grupo de niños nos recibió alegremente preguntándonos si éramos “Cazadores de tesoros” o de algún programa para History Channel. ¡Nos sentimos muy acompañados por estos curiosos chicos que estuvieron pendientes de todos nuestros movimientos hasta que nos fuimos a dormir!

Quibor. Cubiro





Llegamos a Quibor, esta vez atraídos por los restos arqueológicos precolombinos encontrados, no hace muchos años, en un cementerio indígena en el centro de la ciudad.


Imagen en la Iglesia.

Visitamos el cuidado Museo Antropológico.




















Tomamos mate en su colorida y bulliciosa Plaza Bolivar mientras observábamos los antiguos automóviles que circulaban por allí.





















Al mediodía visitamos el tranquilo y fresco pueblo de montaña Cubiro, aquí también se nos permitió estacionar para dormir al frente de la Estación de Policía.

Bucólico paisaje desde un mirador en el que pasamos la tarde, alternando con el arreglo de la manguera del duchador del baño que se rajó.


Pasamos una noche con frío porque la temperatura bajó notablemente y nos dio pereza desempacar el grueso acolchado que ya habíamos prolijamente guardado.

23 mar 2013

María Lionza.


26-02-13. Nos dirigimos a Chivacoa, atraídos por el culto a María Lionza.

Las rutas cambian notablemente durante el trayecto, ahora se trata de autopistas amplias y en buen estado. Lamentablemente para mantener la vegetación baja al costado de la ruta, el método utilizado es el de la quema, por kilómetros y kilómetros vemos los pastos quemados al ras, con su tizne negro y el olor tan característico en el ambiente.


Así, dejamos el Estado Portuguesa para ingresar en Yaracuy.

Al llegar al pueblo, buscando sombra pasamos de largo la Plaza Bolívar y llegamos al Cementerio. Un árbol de gran tamaño ofrecía reparo sobre una calle desocupada.

Al estacionar conocimos a Ana, la dueña de un puesto de flores. Muy amablemente, nos conecta con un señor que nos lleva a la tumba y santuario de “Lino de las Mercedes Valles, profesor, viejo, brujo y chamarrero” (curandero), relacionado con el culto a Lionza, “diosa, reina, madre”.

El santuario está lleno de agradecimientos, especialmente fotocopias de títulos, técnicos, secundarios, universitarios, obtenidos con la “participación” del profesor. Quien en vida no era profesor, en realidad.




















Ana pide sacarse una foto y, cuando le comentamos del blog, redacta en un papel, el texto que quiere que vaya, dice así: “Kiosko La Flor de Margarita. Venta de Flores Naturalez. En la esquina de la entrada del Cementerio. Chivacoa. Edo. Yaracuy. Tierra Natal del Monumento de María Lionza”


El pueblo es poco receptivo al turismo, por lo menos a nuestro tipo de turismo, hay muchas “perfumerías” donde se venden objetos y sustancias usadas en las ceremonias: puros, fragancias, velones, medallas, etc., incluso imágenes escultóricas, de todos los tamaños, con los personajes de lo más extraños para estar juntos, la misma María Lionza sobre el tapir, el cacique Guaicaipuro, el Negro Felipe, el Doctor Hernández, alguna virgen y hasta Simón Bolívar.


Cuando uno pregunta sobre el culto, del cual sabemos es panteísta, o más detalles sobre Lionza las respuestas son evasivas o cortantes.

El pueblo, oscuro, hermético, nos resultó elusivo, no nos sentimos del todo cómodos al caminar por sus calles. Al día siguiente nos levantamos muy temprano a conseguir fotos de los locales de venta.




Quisimos dirigirnos al Santuario María Lionza, en el cerro, pero nos aconsejaron no hacerlo, por la altísima probabilidad de ser robados, incluso ni levantar gente que pide cola (hacer dedo) en la ruta.


Nos vamos agradeciendo a la policía local, muy amable, el hacernos lugar para poder pernoctar en un lugar seguro.

Muchas cosas en un día


25-02-13. Después de usar todos los productos “poxi” con que contábamos para pseudo reparar las fajas plásticas del lateral de la Master (que se rompieron a raíz de un nuevo golpe de la casita contra un poste de cemento en una infeliz maniobra), fuimos a visitar el Jardín Botánico y Zoológico de la Ciudad de Barinas, que se encuentran en la Universidad Experimental de los Llanos. Nos interesaba poder ver más fauna de la región, ya que habíamos viajado hasta aquí exclusivamente para ello.

La tristeza de vivir en un zoológico.
Como casi todos los lugares públicos de Venezuela, los encontramos muy abandonados. 

Pero en contraposición nos llamó la atención observar a mucho personal de servicio, sentado, charlando durante horas, sin hacer ninguna actividad. ¡Una lástima!

Viajamos luego hacia el Santuario Nacional de Nuestra Señora de Coromoto, de cuya arquitectura teníamos referencia como “rara”. ¡Lo comprobamos!





Al marcharnos, vienen niños a querer su propina por “cuidarnos” el vehículo (ya habíamos pagado por el estacionamiento a la entrada del Santuario). Negándonos a lo que consideramos trabajo infantil, les damos un puñado de caramelos.  Contentos, nos saludan agradecidos deseándonos Buen Viaje.


Nos dirigimos a la ciudad de Guanare, donde pasamos unas horas en el Parque Los Samanes. Este lugar, en algún momento debió ser hermoso, ahora descuidado, con pastos altos y policías revisando las pertenencias a grupos de jóvenes.

Nos aconsejaron por dónde ir y por dónde no. Entre los frondosos árboles pudimos ver hermosas aves, ardillas y, lo que más nos sorprendió, enormes iguanas caminando (como si fueran monos) de rama en rama por las copas de los mismos. Pudimos observarlas desde abajo a través de la transparencia del follaje.

Cuando un policía nos vino a buscar avisándonos que ellos se iban y recomendándonos que saliéramos, nos trasladamos con la casita unas cuadras más hacia el centro.

Encontramos una casa con su frente artísticamente pintado y a sus responsables en la puerta que nos invitan a pasar. Se trata de La Nueva Casika, una casa abandonada y tomada que funciona como Centro Cultural en el que realizan diversas actividades con alto compromiso social. Diana, Alexander y Daniel nos pasan el facebook para su difusión: www.facebook.com/nuevacasika



















Después de pasear por la infaltable Plaza Bolivar, visitamos la Basílica Catedral de Nuestra Señora de Coromoto, con su antiguo retablo barroco de 1739 y un elaborado sagrario de plata de 3,4 metros de altura, de 1765.



Al querer hacer las compras de alimentos y limpieza necesarios, hallamos nuevamente que artículos de primera necesidad escasean, por lo que hay que recorrer más de un negocio para conseguir todo lo que uno busca.

En uno de los numerosos mercados “chinos”, que están presentes en todo el país, se niegan a pasar la tarjeta de débito porque creen que es de crédito, la que no aceptan. Por ello ¡tuvimos que dejar toda la mercadería ya embolsada!

El intenso calor, la gente apurada y la música a todo volumen de cada negocio provoca más energía en el ambiente callejero. Se nos hace poco grato caminar por allí, por lo que nos dimos por vencidos y nos fuimos sin haber conseguido muchos artículos que necesitábamos.

Aparcamos en una Estación de Servicio que atiende las 24 hs. Haciendo uso de los conocimientos adquiridos en Bobures, hicimos arepas (a pesar del calor). Las arepas quedaron ricas y nosotros ¡como si estuviésemos en un baño sauna!.