Bienvenida

¡Hola!

Este blog es un lugar, un lugar en movimiento para compartir.

Compartir los viajes, los paisajes, las vivencias, las alegrías, las reflexiones y, por qué no, las penas, que, esperamos, no sean muchas.

¿Por qué territorio? Porque es la tierra que nos aloja y es, también, el aire, el mundo material y simbólico, las ilusiones y herencias que también nos sostienen.

¿Por qué en movimiento? Porque, al movernos, lo cambiaremos y será cambiado. Por el paisaje, la gente, el camino, otros soles, nuevas lluvias; en este desafío de trasladarnos con nuestro territorio a largo plazo, en el tiempo y en el espacio.

¡Suban con nosotros y acompáñennos! ¡Pongámonos en movimiento!

Adriana y Nelson


24 nov 2012

Recorrido por Ecuador


Ya no intentamos encontrar mapas como los que necesitamos por lo que, nuevamente, éste es de confección casera.



Realizamos 3.603 kilómetros, en 67 días.

Tips Ecuador


- La moneda oficiales el dólar estadounidense. Ecuador posee monedas propias que se usan indistintamente con las de EEUU.

- Los billetes más altos que vimos en circulación son de u$s 20. En muchos lugares no se aceptan más grandes. Tuvimos que ir al banco a cambiar de 100 y pedir por favor que lo hagan.

- En las radios encontramos música argentina, de rock nacional bastante vieja. Los Enanitos Verdes y Vilma Palma son clásicos, incluso estaban por tocar en Quito.

- La radio nacional es, muy oficialista pero oye distintas posturas. El noticiero se llama “Ecuador en Movimiento”!!

- Hay muchos programas radiales que hablan de fútbol, con mucha pasión.

- Nos resultó muy fácil comunicarnos con la gente, incluso compartimos muchos giros idiomáticos.

- Las rutas están en excelentes condiciones. Sólo hay peajes, generalmente de u$s 1, en los alrededores de las grandes ciudades.

- Hay muy poca o carencia de banquina a los costados de los caminos. Otra vez, muy difícil estacionar en la ruta. ¡Argentina te extrañamos!

- En las rutas hay muchísima cartelería de propaganda del gobierno. El slogan principal es “¡Avanzamos Patria!”.

- El galón (3,70 lts) de diesel cuesta u$s 3,07 en todo el país.

- La gente, incluso la policía, es muy tranquila, están distendidos y se toman su tiempo para hablar, para moverse. Tal vez Guayaquil es más “nerviosa”.

- En los procedimientos policiales en la ruta, en general, no nos paraban.

- Cuando uno pregunta algo y no entienden u oyen dicen: “Mande?” Y además de saludar a cada uno, por ejemplo le dicen “Buenos Días” a cada uno de los integrantes del grupo, inquieren “Cómo está?”

- Hay muchos lugares para conectar internet con buena velocidad, cuestan entre 0,60 y 0,80 u$s. Por el contrario muy pocos bares y restaurants con wifi.

- El “almuerzo” (sopa, plato y refresco) cuesta entre u$s 2 y 2,50.

- A las gaseosas le dicen “cola” y la más habitual de ver es la famosa CC.

- El aroma que despiden las panaderías (hay muchísimas) es excitante!, y recuerda a las Argentinas.

- También es habitual encontrar hombres orinando, sin mucha vergüenza, en las rutas, paredes, cerca de las plazas, etc.



Algunos carteles nos resultaron simpáticos.

Salida de Ecuador


07-11-12. Visitamos el famoso Cementerio de Tulcán: “José María Azael Franco”, con sus “esculturas en Verde”, son 309 figuras talladas en ciprés y 2.500 metros lineales en muros y columnas de diferentes estilos.



Bellísimo e impactante, enfatiza “las relaciones entre paisaje, arquitectura y arte como un medio de interacción entre la vida y la muerte”.


¡Descubra a Cascarita!

Nos dirigimos a la frontera con Colombia. Somos sorprendidos por las largas filas de autos con patente colombiana ante los surtidores de combustible. Claro ¡el galón de diesel está en Ecuador a u$S 3,07 y en Colombia a col$ 6.600 (u$s 3,67) y, más al norte, a col$ 8.000 (u$s 4,45)! Recordamos que oímos en la radio que las autoridades ecuatorianas estaban restringiendo la venta de combustibles a los autos de Colombia ya que algunos de éstos tienen doble tanque. ¡Cosas de las fronteras!

Los trámites fronterizos se hacen en Rumichaca, una vez más es un río el que separa-une a dos países.

Hacemos el papeleo muy rápidamente del lado ecuatoriano, respecto al auto sólo chequean que la placa coincida con la documentación. Cruzamos por una vía muy angosta al lado colombiano, con personas que nos persiguen queriendo cambiar la moneda que se usa en Ecuador (dólares) por pesos colombianos.

Los trámites en Colombia son también sencillos y con mucha amabilidad de parte del personal, ni entran al motorhome pero sí chequean el número de chasis del vehículo y, con papel carbónico, hacen una copia del número grabado, que se quedan ellos.

Mientras tanto nos preguntan sobre el viaje, si tenemos página web y nos recomiendan lugares a visitar. Antes, en Inmigraciones, nos habían otorgado 90 días de permiso para recorrer el país. Hacemos unas fotocopias enfrente y la señora también nos inquiere por el viaje, nos despide con un sonoro: ¡gocen! Imposible no recordar a Lacan…

Vamos al primer pueblo, Ipiales, y sacamos el SOAT por sesenta días. El seguro nos costó col$ 73.000 (unos u$s 40,50), muy distinto a los u$s 5 por mes que pagamos en Ecuador…los precios en Colombia seguirían sorprendiéndonos.

De allí a la majestuosa Basílica de Las Lajas, que no queríamos dejar de conocer. 

Otavalo


05-11-12. Por estar a 2820 msnm, esta afamada ciudad, no presenta un clima muy frio, aunque sí lluvias intermitentes durante el día debido a la época del año.


Durante los días que permanecimos allí estacionamos en un “parqueadero” muy amplio y luminoso a una cuadra de la Plaza principal, en el que nos permitían pasar la noche dentro de la casita.


Detalle de lámpara en la calle.




























Al llegar, a Otavalo lo que más llama la atención son sus habitantes indígenas. Como el resto de los pobladores andinos, los otavaleños son muy calmos.

Los hombres visten sus trajes típicos, compuestos por pantalón, camisa y alpargatas sin talón, blancos. Poncho y sombrero negros de los que emerge una larga trenza.




Las mujeres visten “anacos” blancos o de algún color sobrio tapado por otro anaco negro, camisa blanca bordada en ricos colores, una “pachalina” (especie de mantilla) anudada sobre el pecho, negra o blanca, collares de mullos dorados y pulseras de mullos coral. Sobre la cabeza suelen llevar una especie de pañuelo negro (algunos con bordes blancos) enroscado y trabado sobre sí mismo. Algunas apoyan una manta de color estridente, prolijamente doblada, sobre el pañuelo negro. El cabello, generalmente lo llevan recogido en una cola en la que enroscan, comprimiéndola durante varios centímetros, una cinta colorida.

Según nos explicaron, el tono blanco de los trajes representa al dios blanco barbado que los Incas esperaban cuando llegó el conquistador Pizarro, y al que lamentablemente, confundieron.

Los negocios de venta de ropa, se agrupan en distintos sectores de la ciudad, especializándose unos en las propias de los habitantes originarios y otros en la vestimenta más “occidental”.


El mercado de artesanías que se despliega magnífico en la Plaza del Poncho, nos invitaba a recorrerlo una y otra vez. La variedad y cantidad de artículos de excelente manufactura son una fiesta para la vista por sus atractivos colores. El tejido otavaleño es requerido a nivel mundial.





















Uno de los días tomamos un bus hasta el pueblo cercano de Iluman, promocionado por sus textiles, sombreros y shamanes. Sólo encontramos un local de venta de sombreros y, eso sí, muchos carteles de “curanderos”.


Una experiencia aparte fue el intento fallido de completar la gráfica del vehículo con dos mapas exteriores y, por lo cual, nos quedamos un día más en el lugar.

Después de horas de espera, primero para acudir en el turno que nos dieron y luego porque no tenían el material que habíamos acordado, cuando van a aplicarlo sobre la Master, ya de noche con el vehículo en la calle apenas iluminada, nos damos cuenta de que lo imprimieron en dimensiones incorrectas.

Cuando nos piden que esperemos hasta el día siguiente para imprimirlo en forma apropiada, molestos, nos negamos. Nos piden disculpas, nos devuelven el dinero de la seña y nos dan los dos mapas impresos ya que a ellos nos les sirven. A nosotros, todavía tampoco!

Papallacta


03-11-12. Avanzamos hacia Papallacta, 3.300 msnm, promocionadas como las mejores termas del Ecuador. Aconsejan no ir los fines de semana porque se llenan de gente, por supuesto, llegamos un sábado de fin de semana largo…¡hay ecuatorianos de todas partes del país!.

El pueblo es muy chiquito, las termas están tres kilómetros más arriba (no al norte, arriba). Llegar le cuesta un poco a la Blanquita, igual lo logra, muchas partes lo hace en primera.

Como era de esperar, el complejo está lleno de autos, y personas.



Ante tanta multitud, dudamos un poco pero ingresamos a la zona de piscinas comunitarias ( u$s 7,50 por persona).

Hay cestos para guardar objetos personales. Algunos abusan.
La gente va de piscina en piscina acarreando sus cosas.

Nos dirigimos a una de las piscinas con agua más caliente, 45° aproximadamente ya que no hay carteles que indiquen la temperatura. Almorzamos en el bonito restaurant (aceptan tarjeta), comimos truchas, un plato típico de la zona.


Al salir de las aguas, el frío se sentía intenso, el volcán Antisana (5.700 mts.) nos regala una fabulosa vista. Bajamos a la villa 24 de noviembre para pasar la noche.

Volcán Antisana.


Una Cuestiòn




Al irnos de Indichuris (ver post anterior), nos ponemos a charlar porqué, una vez más, cada vez que estamos tranquilos en algún lugar, al poco tiempo nos queremos ir.

Lo hablamos mucho, y buscamos elementos para pensar. Así encontramos esta frase de Italo Calvino, referida a las ciudades pero, creemos, perfectamente aplicable a los lugares: “Las ciudades, como los sueños, están construidas de deseos y de miedos, aunque el hilo de su discurso sea secreto, sus reglas absurdas, sus perspectivas engañosas, y toda cosa esconda otra…. De una ciudad no disfrutas las siete o las setenta y siete maravillas, sino la respuesta que da a una pregunta tuya.
—O la pregunta que te hace obligándote a responder, como Tebas por boca de la Esfinge.

Todos buscamos respuestas, todo el tiempo, muchas veces, aunque sepamos que son erróneas, las mantenemos, las pontificamos, tratamos de imponerlas.

Muchos mantienen sus respuestas toda la vida, no necesitan cambiarlas, nada las choca como para perturbarlas ni replantearlas. O, a veces, quien las detenta, se aferra a ellas para no sentirse conmovido.

Nosotros, en cambio no somos así. A cierto nivel, nuestra respuestas son perecederas, en cierta manera acordes a los acontecimientos.

Al final, quizá nos interesa más la pregunta que la respuesta. Quizá percibamos que la respuesta es siempre transitoria, volátil y mutante, tal vez la pregunta, y maldecir/disfrutar/preocuparse buscando la respuesta nos haga estar en movimiento.

Con nuestro territorio siempre frágil, siempre dispuesto a desterritorializarse para fijarse otra vez, hasta la próxima vez.

Tal vez haya muchos lugares, bellos, amistosos, en los cuales no encontremos preguntas que nos atañen, que se dirijan a nosotros, lo que nos hace, una vez más, ¡ponernos en movimiento!

15 nov 2012

Tena y Laguna Guaysayacu


31-10-12. En Tena el calor es sofocante, y una vez por día hay lluvia con relámpagos y truenos.

Sus edificaciones son antiguas pero no muy atractivas; actualmente están realizando obras de desagues pluviales, por lo que muchas de sus calles poseen excavaciones muy profundas, con obreros y máquinas que producen ruidos muy desagradables.

Se encuentra atravesada por ríos, con lo cual cada tanto hay que cruzar puentes carrozables o peatonales.

Queremos averiguar si podemos pernoctar cerca de un río, nos dirigimos al Balneario Las Sogas pero observamos que el río está bordeado de piedras, a sus orillas hay altos pastizales y botellas de vidrio rotas por doquier. Nos bañamos, almorzamos y volvemos a la ciudad, donde nos alojamos en el Hostal Limon Cocha.


Nos llamó la atención el modo de venta de la “tilapia” (pez típico de la región). Los tienen nadando en grandes peceras al frente del negocio, la gente los elige y se los lleva en la bolsita de nylon, mientras el pez va aleteando en su agonía.



Lo más destacado de la ciudad es el BioParque Amazónico La Isla. Se llega atravesando un pequeño rio en canoa, y se puede caminar por algunos senderos de corto recorrido. Lo más interesante fue ver una colonia de monos de muy pequeño tamaño que se alimentaba y jugaba en los árboles.




El caimàn preocupado.

Al tercer día salimos en busca de la Laguna Guaysayacu. Poca señalística en la ruta, sin información sobre la distancia que debemos recorrer. Después de unos 30 minutos de asfalto, siguen unos 45 de ripio.

Llegamos a un balneario administrado por una comunidad kichwa. Por ser extranjeros pagamos u$s 3 cada uno. No encontramos la laguna pero sí piscinas naturales en un río caudaloso, con grandes piedras a sus márgenes. Docenas de mariposas se posan sobre algunas partes de arena y permanecen mucho tiempo allí, Cascarita aprovecha para hacer amigas.



















Al mediodía un grupo de nueve personas, se ubica muy cerca nuestro y comienza a almorzar. 

Sirviéndose arroz y pollo de una olla muy grande, en platos descartables. Miramos bastante, sorprendidos por la situación de estar en el río, con una cacerola, sirviendo platos. De pronto se acerca una de las señoras y nos convida un cargado pato con arroz y una pata de pollo, y dos vasos de coca cola. Con mucha vergüenza aceptamos, estaba muy rico.

Creemos que al estar tan flacos y llenos de picaduras de insectos debíamos dar lástima, además nos estaba dando fiaca volver al auto a buscar nuestra comida (omnipresentes sanguchitos, o “sanduches” como le dicen en Ecuador).

Nos acercamos a charlar, en su mayoría son profesores, un abogado, de Machala, al sur de Ecuador. Estaban aprovechando los feriados por el “Día de los Finaditos”.

Aunque hacía calor, el paisaje era muy agradable, el inicio de una tormenta, hizo que partiéramos hacia Archidona.

Archidona es un pueblito muy pequeño, es de relevancia su iglesia pintada de modo curioso.


Indichuris


Sin saber de qué se trataba, nos acercamos al Centro Etnoturístico Indichuris, y vemos que hay un bar de madera, muy cálido, al costado del caudaloso y pedregoso Río Pastaza.

Después de bañarnos en el río, entramos por una cerveza. Un monito pequeño y juguetón, nos acompañó buen rato.


Vemos un atardecer bellísimo, al otro lado del río, las nubes rojizas alternan con las celestes grisáceas, el sol cae lentamente.


Al otro día nos despertamos oyendo el agua correr entre las piedras, preparamos el mate y fuimos a tomarlo a la orilla.



Estábamos tranquilos, solos en el predio, oyendo el canto de los pájaros, lo único que nos perturbaba era el calor, la ausencia de sombra para la casita y la falta de algunos víveres hicieron que, a las 14.00 salgamos para Puyo. 

Una Familia Kichwa



Partimos de Puyo hacia el sur en el intento de visitar comunidades indígenas de la región. No teníamos mucha idea de cómo se podía realizar ello, obviando las empresas de turismo. Nos detenemos en el Centro Artesanal Cotococha y, luego de comprar artesanías realizadas con semillas de la zona, nos enteramos que es posible permanecer y realizar lo que es llamado “turismo comunitario”, permanecer dos días con una familia kichwa, compartiendo su vida y realizar algunas excursiones para conocer la flora del lugar.



















En estos dos días y medio aprendimos sobre la construcción y uso de la cerbatana (incluso practicamos tiro con una), recorrimos senderos para conocer la flora y su ancestral uso medicinal, visitamos cascadas, entre ellas la fabulosa Cascada Escondida de una belleza impactante (para llegar a la misma tuvimos que nadar), nos vestimos con ropa típica y su correspondiente pintura en el rostro pero, lo más importante, fue conocer y compartir las costumbres, modo de vida y de relacionarse de esta familia.



















Julián y Clara, de poco más de cuarenta años, tienen nueve hijos y once nietos. Las hijas casadas viven en el mismo terreno, cercanas a la gran y única cocina-comedor, en la que comparten muchas horas del día. Nosotros utilizábamos una amplia mesa con sus bancos, pero ellos generalmente se sentaban en el suelo o en pequeños troncos que allí había.

Esta construcción, así como los dormitorios, está separada del suelo por gruesas vigas de madera, como si fuese palafitos.

El comedor tenía paredes de un metro de alto, que separan e integran con el entorno.
Pequeñas telas amarradas en las esquinas, formaban hamacas donde eran acunados los bebés. Perros, loro y papagayo entraban y salían a voluntad.



















Las edificaciones son de caña y madera. Con techos de palma y paja toquilla, realizados con gran destreza. En los momentos de lluvia pudimos comprobar que ni una gota de agua se filtraba al interior.

Los dormitorios se hallaban en una edificación cuadrangular, separada internamente en dos partes por paneles de madera que no llegaban al techo. Un sector para la familia y otro, con varias camas para los visitantes.
El único foco de luz estaba en el centro y la familia controlaba el interruptor.


A pesar de que hace muchos años que se dedican a alojar turistas y tienen muy organizadas las actividades, de todos modos se establece una relación muy personal y cercana.

Reparamos en que, aunque tienen pleno contacto con el mundo “occidental” y usan ciertos adelantos tecnológicos (teléfono móvil, electricidad, CDs), también mantienen vivas sus creencias, formas de alimentarse (caza en la selva, cultivos ancestrales), y métodos de sanación y conocimiento.


Nos despedimos de la familia con cierta tristeza, percibimos una sensación recíproca, pero alegres de haber podido vivir esta experiencia.


Puyo. Ecuador


25-10-12. Nos alojamos en un muy lindo hotel, todas las comodidades, agua caliente a borbotones y una cama donde poder estirarse.

Al tener internet todo el día, aprovechamos para comunicarnos, vía Skype,  con toda la familia.

El hotel nos pareció con un precio un poco elevado, aunque pudimos pagarlo con tarjeta de débito (en Ecuador nos fue muy difícil encontrar comercios que acepten tarjetas), pero luego comprobamos que en el Oriente ecuatoriano, los costos son mayores que en el resto del país, excepto el combustible, que se mantiene igual.

Exquisitas salchipapas con colada morada!

Dejamos Puyo para realizar una experiencia de turismo comunitario (será relatada luego). 

Volvimos el 30 de octubre, visitamos el Parque Etnobotánico Omaere, muy interesante la explicación del guía sobre las costumbres de los shuar, achuar y huaorani (o waorani), además de los usos medicinales de las plantas nativas.

Aula y sala de conferencias del Parque.
Visitamos también el Museo Etnoarqueológico, muy pobre y en cierto abandono; rescatamos las cuatro viviendas de los pueblos ancestrales de la región instaladas allí.

Casa tìpica cultura Sarapa.

A pesar de que hay varias empresas de turismo y unos cuantos hoteles, la ciudad (lo veremos también en Tena) recién ahora parece que está preparándose para el turismo.

Recibimos la noticia de que ¡Ode y Caito nos van a visitar en Cartagena, a mediados de noviembre!. ¡Qué emoción!