Esta acogedora ciudad se
encuentra en un paisaje plano, amplio y aireado. Sus calles son más bien anchas,
y varias son peatonales.
Las imágenes representativas
de las aves a las que su comercio le dio nombre, en el siglo XIX, mientras se
ocultaba la venta de esclavos y cuando ya estaba abolida la esclavitud, sorprenden
al caminante en cualquiera de sus veredas.
Paramos en Playa Maracaípe,
donde encontramos inmensos terrenos con palmeras frente a la playa. ¡Era lo que
necesitábamos!
Descansamos, escribimos para
el blog, realizamos tareas hogareñas y disfrutamos del cielo azul, el mar
turquesa y las anchas playas de arena fina.
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