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¡Hola!

Este blog es un lugar, un lugar en movimiento para compartir.

Compartir los viajes, los paisajes, las vivencias, las alegrías, las reflexiones y, por qué no, las penas, que, esperamos, no sean muchas.

¿Por qué territorio? Porque es la tierra que nos aloja y es, también, el aire, el mundo material y simbólico, las ilusiones y herencias que también nos sostienen.

¿Por qué en movimiento? Porque, al movernos, lo cambiaremos y será cambiado. Por el paisaje, la gente, el camino, otros soles, nuevas lluvias; en este desafío de trasladarnos con nuestro territorio a largo plazo, en el tiempo y en el espacio.

¡Suban con nosotros y acompáñennos! ¡Pongámonos en movimiento!

Adriana y Nelson


15 jun 2013

Olinda



Luego de la complicada noche, arribamos a Olinda bien temprano y con un tránsito “manejable”. Si bien esta ciudad no llega al millón de habitantes, está en continuidad con Recife, capital del estado de Pernambuco, que tiene unos tres millones.

Estacionamos en un lindo parque, frente a Turismo. Como la oficina aún no había abierto, se nos acerca Ayrton, un guía particular quien, además de ofrecer sus servicios, nos brinda valiosísima información sobre la ciudad.


Para nuestro alivio, podemos estacionar frente a ese mismo parque, ¡al lado de la Policía de Turismo! Excelente lugar, en el centro histórico, que cuenta con bancos, sombra, un pequeño estanque con peces, tortugas y un pequeño animal que se acerca hacia donde estamos caminando despreocupadamente pero, al vernos, sale corriendo y se esconde en la vegetación. Su especie: desconocida para nosotros, parecía algún tipo de “mini zorro”.

Aprovechamos para caminar mucho y visitar varias de las diferentes iglesias. Lo que más nos llama la atención son los frentes de las mismas, barroco portugués, bastante diferentes a los españoles del mismo período que hemos visto en otros países. También las pinturas en los techos son muy llamativas y complejas.


Por la tarde en las plazas y paseos empieza a congregarse montones de gente a charlar, llevar a sus hijos a los juegos infantiles, asistir a misa (con campanadas y todo), o se reúne en los bares a beber y charlar, también hay grupos que ensayan sus músicas (con mucha percusión).

Los puestos artesanales están abiertos hasta muy tarde y en la parte más elevada de la zona se puede ver Recife, con sus costas, el mar y el puerto. El movimiento de vehículos en las autopistas, allá a lo lejos, es incesante.



Olinda, en su zona antigua, es muy bella, con muchas edificaciones restauradas, hay un clima de tranquilidad y sosiego en sus calles y sus habitantes. Parece que el carnaval es bastante desasosegado y bochinchero, con gente que viene de diversos países a participar, pero eso hay que averiguarlo en otra época del año.


Probamos la tapioca rellena de charqui y queso, una exquisita especialidad local.
Pasamos unos muy lindos días, el clima fue benigno, más allá de alguna llovizna, el calor fue soportable y el viernes a la noche participamos de una serenata por las calles de la ciudad.

En la serenata, un grupo de músicos se junta a cantar y lo hace mientras va caminando por el barrio, la gente se agrupa atrás y acompaña las canciones. Hay guitarras, percusión, flauta traversa y docenas de voces aunadas trepando y descendiendo las callecitas de adoquín.

Museo de los Mamulengos.

El domingo decidimos ir a Recife (su nombre viene de arrecife). Veníamos evitando las ciudades grandes pero imaginamos que ese día estaría más tranquila.



Visitamos una antigua cárcel que hoy en día es un lugar para venta de artesanías, conservan una celda tal como era antes. También una hermosa e imponente iglesia (llena de gente), y parte del centro antiguo, hoy usado por el comercio, que no nos gustó particularmente. 



Caminamos por la costanera hasta que llegamos a una zona donde cientos de ciclistas andaban por carriles exclusivos hasta confluir en el borde del mar.


Llegamos al punto de reunión, llamado Marco Cero, y encontramos que había música, una muchedumbre con sus bicicletas, algunos puestos de comidas y un elegante mercado de artesanías que unía lo tradicional con el más moderno diseño.


Por $R 5 cruzamos en lancha hasta una zona en que se han establecido defensas costeras, ante los embates del mar. Caminamos entre esculturas de F. Brennand y finalizamos tomando una cerveza helada en el náutico, escuchando música en vivo. Nuevamente nos sorprende comprobar que en Brasil tomar una cerveza en un local es apenas más caro que comprarla en el supermercado, ¡tan distinto a Argentina!

Recife está bastante deteriorada y para recibir a los visitantes que vendrán para el Mundial de Fútbol del 2014 parece que le queda bastante por hacer.

Oficina Brennand















Hermosos parques y una linda arquitectura, crean climas agradables que contienen a las esculturas realizadas en cerámicas


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