14-03-13. Felices,
a las 6,30 hs ya estábamos recorriendo las distintas playas de la Isla en busca
de “El Lugar” para pasar varios días. Por suerte el dolor por la torcedura del
pie, con antiinflamatorios y ciertos cuidados, fue cediendo y no interrumpió
los paseos esperados.
En la primera
etapa pasamos por Porlamar, Playa Guacuco, El Cardón, El Tirano, Parguito, El
Agua, Manzanillo y nos quedamos en Juan Griego.
Porlamar: ciudad
que apenas rozamos. Estacionamos y fuimos a hacer compras de comestibles y
productos básicos (¡conseguimos papel higiénico cuando ya se nos estaba
acabando!), a la vuelta el “cuidador” del vehículo no quedó satisfecho con el dinero
que, a regañadientes, le dábamos. La amplia charla que se produjo, culminó con
la duplicación del monto ofrecido inicialmente, (le terminamos dando BF 2. Sí,
una miseria pero no nos gustan ciertos tipos de “trabajos” que alguna gente
hace).
Los maniquíes manifiestan el ideal de estética femenina venezolana. |
Playa El Agua:
Llena de bares y restaurants, agencias de viaje con carteles en inglés, hoteles
cruzando la calle, miríada de vendedores ambulantes (buhoneros, les dicen en
Venezuela). Lamentablemente las sombras de las palmeras están ocupadas por las
reposeras que se alquilan. Aprovechamos para caminar bastante.
Playa Manzanillo: Se
trata de una pequeña y tranquila playa, ocupada básicamente por los botes de
los pescadores. Se encuentran pocos lugares para comer.
Juan Griego: Poblado
sencillo, aunque con muchos comercios, no es tan turístico como El Agua y por
eso nos sentimos más cómodos allí.
La primera noche
la pasamos en un estacionamiento público frente a la Guardia Nacional, al
costado del Mar Caribe, desde donde pudimos ver el hermoso atardecer entre los
barcos pesqueros y las palmeras.
Los tres días
siguientes estuvimos en un hotel y aprovechamos para comunicarnos con los
nuestros por Internet y recorrer los sitios cercanos.
Disfrutamos de una
hermosa mañana y de una exquisita piña colada en Playa Zaragoza.
Visitamos el
Fortín de la Galera del que, si bien no queda mucho de su construcción, el
predio está muy arreglado y las vistas desde el cerro son muy agradables.
En Playa Caribe,
después de caminarla de lado a lado, pasamos largo rato leyendo frente al mar.
Cuando estacionamos, unos niños muy caraduras se acercaron a mentir que
cuidarían el vehículo. Durante la tarde los fuimos viendo por otros lados de la
playa, en grupo, lejos del estacionamiento. Pasadas unas horas, uno se acerca a
nuestros sillones de lectura y nos dice: “Argentinos, yo ya me tengo que ir”.
Lo miramos y le decimos “Bueno”, a lo que agrega “¿Y la propina?”. Le
explicamos que vimos que cerca de la Master no había nadie cuidándola, entonces
pide algo para la merienda.
En Playa Galera
alquilamos reposeras y sombrilla, pasamos el día entre baños en el fantástico
mar, lecturas y caminatas al atardecer, en un auténtico y plácido día de playa.
En la segunda
etapa del recorrido conocimos:
La Guardia: Inicio
del Parque Nacional Laguna de la Restinga, este pequeño y tranquilo poblado
“compite” por los mejores atardeceres con Juan Griego. Por cierto, vimos una
puesta de sol espectacular! Ah también desplegamos el toldo para almorzar (lo
cual no es algo habitual, por la dificultad para encontrar un lugar adecuado).
También en la Isla
se prepara el nuevo escenario.
Por rutas cada vez
más solitarias y pueblitos más pequeños, llegamos al extremo de la isla.
Punta Arenas: En
esta minúscula población de pescadores escapamos de la continuidad de
restaurants y estructuras con toldos y reposeras, para estacionar cerca de “La
Churuata de Raquel y Gustavo”. Allí conocimos a Bianca y Alejandro, dos
argentinos que hacía un mes acampaban junto al comercio.
Nos relacionamos
básicamente con un grupo de niños, hijos de pescadores y pescadores ellos
mismos que, vivaces y muy curiosos no
tenían reparos en entrar a la casita sin invitación.
Aprendimos mucho de ellos,
cuando nos íbamos preguntaron: “¿cuándo vuelven?” .
Playa El Yaque:
destino internacional, sobre todo para practicar deportes de viento: wind surf
y kite surf. Alegre, jovial, con edificaciones modernas, bares y restaurants
caros, todo muy cool.
La hermosa playa es muy pequeña, sus aguas son de color
turquesa. También “hay que colaborar” para estacionar o, como hicimos, aparcar
en un lugar más alejado.
Conferry nos
regaló otra hermosa tarde en la Isla Margarita (ver post anterior).
muy completo ;)
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