Llegamos a eso de las 16 hs,
con lloviznas. Después de ir a la oficina de Informes Turísticos, estacionamos
en un parqueo público con “trapitos” que prometieron “cuidarnos”.
El lugar se ve hermoso, con
numerosos locales de venta de ropa, artesanía y objetos de diseño. Turistas
paseando y haciendo compras (entre ellos muchos argentinos), le dan vida al
lugar.
Fuimos a Internet y salimos
preocupados, después de la charla con una de nuestras hijas sobre
cuestiones económicas personales y del país.
En lo que quedaba de la tarde
salimos a caminar con lluvia, y sin ella, para asimilar las características de
este pequeño pueblito.
Al día siguiente partimos
hacia Salvador de Bahía, nuestro último destino programado, antes de emprender
el regreso directamente hacia nuestro país.
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