A la altura del
poblado llamado Cochicó, apareció un puesto del equivalente mendocino del
SENASA, cosa que no esperábamos. Allí finalizó sus días una manzana que había
recogido en Santa Rosa (del súper no de un árbol).
Por suerte no había problema con pasar chacinados. Aún no
les habíamos contado, pero llevábamos: regalos de Buenos Aires: mermeladas
caseras, tomates y berenjenas en escabeche, regalos de Sta. Rosa; bondiola,
jamón crudo y salame de ciervo!!!! Todo delicioso, lo que indica un trato de
tanta amabilidad y generosidad que no sé si merecemos.
No sabemos si estos alimentos pueden pasar a Chile, donde los controles aduaneros son muy estrictos, o si habrá que hacer el esfuerzo de comer todo en este país. Ante la duda: comenzamos la placentera ingesta maridándola con abundantes tintos regionales.
No sabemos si estos alimentos pueden pasar a Chile, donde los controles aduaneros son muy estrictos, o si habrá que hacer el esfuerzo de comer todo en este país. Ante la duda: comenzamos la placentera ingesta maridándola con abundantes tintos regionales.
Llegamos a Valle Grande, en el Cañón del Atuel, comprobamos
que al río se puede acceder en muy pocos tramos, ya que está casi todo
privatizado. Una pena ya que el lugar es hermoso, con frondosa vegetación,
donde el agua en tonos verdes y las rocas rojizas hacen un buen contraste,
entre colores complementarios.
Kayacs y botes haciendo rafting hacen el paisaje aún más
pintoresco.
Recorrimos la represa donde culmina el Complejo Nihuil.
Mañana iremos al mismo.
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