En Santa Rosa aprovechamos para reparar algunas cositas, la
que más nos preocupaba era la pérdida de gas. Además de esto obviamente
rencuentro con parientes, y amigos, la mejor onda. Sergio nos cargó el GPS con los
mapas de los países sudamericanos que nos faltaban.
Asados maravillosos, comidas especiales, mimos antes de la
partida y, luego de diez días partimos rumbo
a Santa Isabel, avisando a tod@s que levábamos anclas. El hecho de partir hacia
un lugar que ninguno de los dos conocía, le daba mayor valor de origen a ese
breve trayecto de unos 300 kms., que completamos perfectamente bien.
El pueblito nos recibió con un agrupamiento de gente en la
ruta que informaba acerca del conflicto por las aguas del Río Atuel. Una adolescente
se acercó para comentarnos ardorosamente sus puntos de vista.
Para no hacer esto demasiado largo, dejamos unos links al
respecto:
Nos gustó que hubiese,
en la pequeña manifestación, gente de todas las edades.
Culminó el día con una
exquisita “parrillada” y dormimos en una estación de servicio en la cual, hay
que decirlo, nos perturbaron toda la noche, y parte de la mañana, los
ruidos de camiones y demás vehículos
motorizados que circulaban.
Las cosas se deben haber calmado a la mañana, ya que nos despertamos pasadas las
11.00 hs ¿efecto de la parrillada y el vino regional?
Marcamos parrillada entre paréntesis porque en muchos lugares se designa con ese nombre a
las vísceras de la vaca o, también, a un manjar compuesto por una selección que
incluye: chorizo, morcilla, alguna porción de chinchulín, tripa gorda,
costilla, vacío, por ejemplo. En la parrillada versión del dueño del lugar,
mendocino asentado en Sta. Isabel, la misma significaba asado de costilla o,
también llamado, asado de tira.
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