05-11-12. Por estar
a 2820 msnm, esta afamada ciudad, no presenta un clima muy frio, aunque sí lluvias
intermitentes durante el día debido a la época del año.
Durante los días
que permanecimos allí estacionamos en un “parqueadero” muy amplio y luminoso a
una cuadra de la Plaza principal, en el que nos permitían pasar la noche dentro
de la casita.
Detalle de lámpara en la calle. |
Al llegar, a Otavalo lo que más llama la atención son sus habitantes indígenas. Como el resto de los pobladores andinos, los otavaleños son muy calmos.
Los hombres visten
sus trajes típicos, compuestos por pantalón, camisa y alpargatas sin talón, blancos.
Poncho y sombrero negros de los que emerge una larga trenza.
Las mujeres visten
“anacos” blancos o de algún color sobrio tapado por otro anaco negro, camisa
blanca bordada en ricos colores, una “pachalina” (especie de mantilla) anudada
sobre el pecho, negra o blanca, collares de mullos dorados y pulseras de mullos
coral. Sobre la cabeza suelen llevar una especie de pañuelo negro (algunos con
bordes blancos) enroscado y trabado sobre sí mismo. Algunas apoyan una manta de
color estridente, prolijamente doblada, sobre el pañuelo negro. El cabello,
generalmente lo llevan recogido en una cola en la que enroscan, comprimiéndola
durante varios centímetros, una cinta colorida.
Según nos
explicaron, el tono blanco de los trajes representa al dios blanco barbado que
los Incas esperaban cuando llegó el conquistador Pizarro, y al que lamentablemente,
confundieron.
Los negocios de
venta de ropa, se agrupan en distintos sectores de la ciudad, especializándose
unos en las propias de los habitantes originarios y otros en la vestimenta más “occidental”.
El mercado de
artesanías que se despliega magnífico en la Plaza del Poncho, nos invitaba a
recorrerlo una y otra vez. La variedad y cantidad de artículos de excelente
manufactura son una fiesta para la vista por sus atractivos colores. El tejido
otavaleño es requerido a nivel mundial.
Uno de los días
tomamos un bus hasta el pueblo cercano de Iluman, promocionado por sus textiles,
sombreros y shamanes. Sólo encontramos un local de venta de sombreros y, eso
sí, muchos carteles de “curanderos”.
Una experiencia
aparte fue el intento fallido de completar la gráfica del vehículo con dos mapas
exteriores y, por lo cual, nos quedamos un día más en el lugar.
Después de horas
de espera, primero para acudir en el turno que nos dieron y luego porque no
tenían el material que habíamos acordado, cuando van a aplicarlo sobre la Master,
ya de noche con el vehículo en la calle apenas iluminada, nos damos cuenta de
que lo imprimieron en dimensiones incorrectas.
Cuando nos piden
que esperemos hasta el día siguiente para imprimirlo en forma apropiada, molestos,
nos negamos. Nos piden disculpas, nos devuelven el dinero de la seña y nos dan
los dos mapas impresos ya que a ellos nos les sirven. A nosotros, todavía
tampoco!
pongan mas fotos de camisas de mujeres otavaleñas
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