31-10-12. En Tena el calor
es sofocante, y una vez por día hay lluvia con relámpagos y truenos.
Sus edificaciones
son antiguas pero no muy atractivas; actualmente están realizando obras de
desagues pluviales, por lo que muchas de sus calles poseen excavaciones muy
profundas, con obreros y máquinas que producen ruidos muy desagradables.
Se encuentra
atravesada por ríos, con lo cual cada tanto hay que cruzar puentes carrozables
o peatonales.
Queremos averiguar
si podemos pernoctar cerca de un río, nos dirigimos al Balneario Las Sogas pero
observamos que el río está bordeado de piedras, a sus orillas hay altos
pastizales y botellas de vidrio rotas por doquier. Nos bañamos, almorzamos y
volvemos a la ciudad, donde nos alojamos en el Hostal Limon Cocha.
Nos llamó la
atención el modo de venta de la “tilapia” (pez típico de la región). Los tienen
nadando en grandes peceras al frente del negocio, la gente los elige y se los
lleva en la bolsita de nylon, mientras el pez va aleteando en su agonía.
Lo más destacado
de la ciudad es el BioParque Amazónico La Isla. Se llega atravesando un pequeño
rio en canoa, y se puede caminar por algunos senderos de corto recorrido. Lo
más interesante fue ver una colonia de monos de muy pequeño tamaño que se
alimentaba y jugaba en los árboles.
El caimàn preocupado. |
Al tercer día
salimos en busca de la Laguna Guaysayacu. Poca señalística en la ruta, sin
información sobre la distancia que debemos recorrer. Después de unos 30 minutos
de asfalto, siguen unos 45 de ripio.
Llegamos a un
balneario administrado por una comunidad kichwa. Por ser extranjeros pagamos
u$s 3 cada uno. No encontramos la laguna pero sí piscinas naturales en un río
caudaloso, con grandes piedras a sus márgenes. Docenas de mariposas se posan
sobre algunas partes de arena y permanecen mucho tiempo allí, Cascarita
aprovecha para hacer amigas.
Al mediodía un grupo de nueve personas, se ubica muy cerca nuestro y comienza a almorzar.
Sirviéndose arroz y pollo de una olla muy grande, en platos descartables.
Miramos bastante, sorprendidos por la situación de estar en el río, con una
cacerola, sirviendo platos. De pronto se acerca una de las señoras y nos
convida un cargado pato con arroz y una pata de pollo, y dos vasos de coca
cola. Con mucha vergüenza aceptamos, estaba muy rico.
Creemos que al
estar tan flacos y llenos de picaduras de insectos debíamos dar lástima, además
nos estaba dando fiaca volver al auto a buscar nuestra comida (omnipresentes
sanguchitos, o “sanduches” como le dicen en Ecuador).
Nos acercamos a
charlar, en su mayoría son profesores, un abogado, de Machala, al sur de
Ecuador. Estaban aprovechando los feriados por el “Día de los Finaditos”.
Aunque hacía
calor, el paisaje era muy agradable, el inicio de una tormenta, hizo que
partiéramos hacia Archidona.
Archidona es un
pueblito muy pequeño, es de relevancia su iglesia pintada de modo curioso.
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