Partimos de Puyo
hacia el sur en el intento de visitar comunidades indígenas de la región. No
teníamos mucha idea de cómo se podía realizar ello, obviando las empresas de
turismo. Nos detenemos en el Centro Artesanal Cotococha y, luego de comprar
artesanías realizadas con semillas de la zona, nos enteramos que es posible
permanecer y realizar lo que es llamado “turismo comunitario”, permanecer dos
días con una familia kichwa, compartiendo su vida y realizar algunas
excursiones para conocer la flora del lugar.
En estos dos días
y medio aprendimos sobre la construcción y uso de la cerbatana (incluso practicamos
tiro con una), recorrimos senderos para conocer la flora y su ancestral uso
medicinal, visitamos cascadas, entre ellas la fabulosa Cascada Escondida de una
belleza impactante (para llegar a la misma tuvimos que nadar), nos vestimos con
ropa típica y su correspondiente pintura en el rostro pero, lo más importante, fue
conocer y compartir las costumbres, modo de vida y de relacionarse de esta familia.
Julián y Clara, de
poco más de cuarenta años, tienen nueve hijos y once nietos. Las hijas casadas
viven en el mismo terreno, cercanas a la gran y única cocina-comedor, en la que
comparten muchas horas del día. Nosotros utilizábamos una amplia mesa con sus
bancos, pero ellos generalmente se sentaban en el suelo o en pequeños troncos
que allí había.
Esta construcción,
así como los dormitorios, está separada del suelo por gruesas vigas de madera,
como si fuese palafitos.
El comedor tenía
paredes de un metro de alto, que separan e integran con el entorno.
Pequeñas telas
amarradas en las esquinas, formaban hamacas donde eran acunados los bebés. Perros,
loro y papagayo entraban y salían a voluntad.
Las edificaciones
son de caña y madera. Con techos de palma y paja toquilla, realizados con gran
destreza. En los momentos de lluvia pudimos comprobar que ni una gota de agua
se filtraba al interior.
Los dormitorios se
hallaban en una edificación cuadrangular, separada internamente en dos partes
por paneles de madera que no llegaban al techo. Un sector para la familia y
otro, con varias camas para los visitantes.
El único foco de
luz estaba en el centro y la familia controlaba el interruptor.
A pesar de que
hace muchos años que se dedican a alojar turistas y tienen muy organizadas las
actividades, de todos modos se establece una relación muy personal y cercana.
Reparamos en que,
aunque tienen pleno contacto con el mundo “occidental” y usan ciertos adelantos
tecnológicos (teléfono móvil, electricidad, CDs), también mantienen vivas sus
creencias, formas de alimentarse (caza en la selva, cultivos ancestrales), y
métodos de sanación y conocimiento.
Nos despedimos de
la familia con cierta tristeza, percibimos una sensación recíproca, pero alegres
de haber podido vivir esta experiencia.
Hermosa foto! Precioso atuendo natural!!!
ResponderEliminar¡100% biodegradable!
ResponderEliminarMe encantó esto!!
ResponderEliminarNo había reparado en estre post. Quisiera vivir esta experiencia.
¿Cómo puedo hacer? ¿Me cuentan un poquito por mail?
Porque no entendí ni en que pueblo queda, o es cerca de ¿Qué?
GRACIAS.
Por mail te pasamos el número telefónico.
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