Sin saber de qué
se trataba, nos acercamos al Centro Etnoturístico Indichuris, y vemos que hay
un bar de madera, muy cálido, al costado del caudaloso y pedregoso Río Pastaza.
Después de bañarnos
en el río, entramos por una cerveza. Un monito pequeño y juguetón, nos acompañó
buen rato.
Vemos un atardecer
bellísimo, al otro lado del río, las nubes rojizas alternan con las celestes grisáceas,
el sol cae lentamente.
Al otro día nos
despertamos oyendo el agua correr entre las piedras, preparamos el mate y
fuimos a tomarlo a la orilla.
Estábamos
tranquilos, solos en el predio, oyendo el canto de los pájaros, lo único que
nos perturbaba era el calor, la ausencia de sombra para la casita y la falta de algunos víveres hicieron que, a las 14.00 salgamos para Puyo.
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