Lo más llamativo al llegar a este tranquilo pueblo de montaña es observar
la vestimenta de sus habitantes, los Saraguro.
Los hombres con sus trenzas largas, sombrero, chaleco y pantalones hasta la
pantorrilla (todo de riguroso negro). Los trajes de las mujeres están
compuestos por una pollera que puede ser de color pero que luego es tapada por
otra falda, “anaco”, de color negro, una blusa, generalmente blanca, saco de
lana, preferentemente negro, rebozo negro y sombrero negro y blanco. La
predominancia del color negro simboliza el luto por la llegada de los
conquistadores españoles.
Son llamativos los “tendidos”, multicolores tejidos
en mullos.
Los aros, collares, pulseras y tendidos, realizados con mullos, son los
elementos de color que realzan la femineidad de las mujeres de esta comunidad
indígena.
Los habitantes del poblado son muy amables, muy comunicativos y curiosos.
Lo primero que hicimos al llegar a la ciudad fue dirigirnos a la oficina de
Informes Turístico.
Además de las preguntas de rigor, yo quería aprender la
técnica de “tejido en mullos”, que es la artesanía que caracteriza a esta
comunidad.
El empleado, amablemente me lleva hacia
los puestos de venta y me presenta a las artesanas. Les explico mi deseo y me
miran dudosas, sin decidirse a aceptarme como alumna. Finalmente la mayor de
ellas, Balbina, me dice que sí y me invita a empezar la clase en ese momento,
por lo que me acompaña a una tienda para comprar el material.
A partir de ese día, y por el transcurso de los seis restantes tomé
rigurosamente mis clases durante varias horas por día, en la vereda, junto al
puesto de artesanía.
Alternativamente Balbina y sus dos hijas: Juanita y Martha me transmitieron
sus conocimientos. Por momentos también se sumó María Rosa, la vecina de
puesto.
Esta experiencia fue mucho más que aprender una técnica, me sentí parte de
la familia ya que constantemente llegaban al lugar los diferentes miembros, y
charlaban afectuosos con esta “gringa” con la cual, dijeron, habían hecho una excepción
al aceptarla.
Fue dura la despedida, aunque con muchas esperanzas de volvernos a ver.
Ellas desean viajar a la Argentina para relacionarse con grupos originarios de
nuestro país, además de poder expandir la venta de sus productos.
El domingo recorrimos la feria y comimos un rico cerdo horneado.
Muy cerca de Saraguro, se pueden conocer los "Baños del Inca", en el Ecuador.
Al regreso, quiero clases particulares del tejido de mullos!!!
ResponderEliminarCuando quieras! Eso sí, hay que tener paciencia para embocar la finísima aguja en cada mullo!!!
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