04-02-13. Siguiendo
los consejos de mucha gente antes de llegar a Venezuela y apenas cruzada la
frontera, la primera noche la pasamos a veinte metros de un puesto de control de
la Guardia Nacional en la ciudad de San Cristóbal. Nos atendieron muy
amablemente, recomendándonos lugares para
visitar en este país.
Antes de llegar a
San Cristóbal pasamos por dos alcabalas, una de las cuales, nos dijeron, es la
más dura del país, es decir la inspección que se efectúa del vehículo es muy
minuciosa. Las alcabalas están apostadas en antiguos puestos de peaje, convertidos
en lugares de control de Comandos de la Guardia Nacional.
El nombre alcabala
viene de la época colonial, eran los controles aduaneros que se efectuaban de
las mercaderías en tránsito por los territorios que eran de España en ese
período.
05-02-13. Partimos
hacia Mérida, uno de los pocos puntos que hemos pensado previamente visitar en este
país.
Hacemos una parada
en La Grita, donde compramos exquisitas facturas de panadería que se aúnan
perfectamente bien con el mate amargo.
Aprovechamos
también para hacer compras de verdulería y pollo; luego recorremos dos iglesias
pero, lo que más nos llama la atención fue ver cómo la niebla que baja de los
cerros danza por las calles en distintas direcciones.
Obsérvese el trono para lustrarse los zapatos. |
Salimos para el
norte nuevamente y, se nos ocurre cargar diesel ya que, aunque teníamos,
preferíamos llenar el tanque.
Por suerte no
esperamos a que se vacíe. Nos detenemos a preguntar donde cargar y nos mandan nuevamente
al centro. Retornamos el camino andado y entramos a una estación de servicio en
la que hay una cola de cuatro o cinco autos, ya habíamos visto pequeñas filas
en todas las estaciones en Venezuela. Preguntamos por cuál es el surtidor de
diesel y nos informan que ellos no venden diesel, que debemos dirigirnos a una
estación de servicio a unos doscientos metros más al sur. Lo hacemos, en realidad
son como dos kilómetros, y ahí nos enteramos
que hay que sacar un chip para poder cargar combustible. Esto se hace para
intentar terminar con el contrabando de combustible, claro en Colombia cuesta
unos $col 8.000 el galón de diesel.
¿Dónde se puede
sacar el chip? ¡En la estación de la cual venimos! Esto nos hace revivir el
horrible trámite burocrático de ingreso al país y nos molesta bastante.
Volvemos a la
estación de servicio y allí nos hacen el “chip”. Es una tarjetita de cartón, el
empleado dice que debemos esperar unos 15 minutos para que se active y que
sirve para unas dos semanas. Cumplido ese lapso, hay que hacer otro chip. Para
esto hubo que presentar título de propiedad del vehículo (cedula verde) carnet
de conductor y seguro de responsabilidad civil.
Mientras nos
ponemos a hablar con la dueña o encargada del lugar y, entre otras cosas, pregunta
por el precio de la nafta en Argentina. Respondemos que recordamos el valor de
hace unos 11 meses, pero sólo del diesel. Al oír esto el empleado dice ¿“su
vehículo es a diesel?” “ Claro”. “Tenemos que hacer el chip de nuevo, creía que
era para gasolina”. Ante esto, la señora dice que carguemos el diesel en el
surtidor que está al costado de la estación. ¡Nos hace un gran favor!
¡Menos mal! La
amabilidad de la gente sortea algunas trabas burocráticas, y errores
personales. Luego nos enteramos que el chip funciona sólo en los estados que limitan
con otros países, aunque se dice que se estaría por extender su uso a todo Venezuela.
Finalmente cargamos
unos 80 litros por $Bolívares Fuertes 5 (u$s 1,20 al cambio oficial de hoy) ¡¡¡
Asombroso!!!
Salimos nuevamente
hacia Mérida, la ruta (sin peajes), combina tramos medianamente deteriorados
con otros un poco mejores, se nota cierta falta de mantenimiento, las líneas
desaparecen por momentos, ausencia casi total de carteles con señales de
tránsito, las banquinas están con pastos de gran altura y residuos tirados
acompañan el recorrido.
Por momentos la
ruta antes de Bailadores se torna de un solo carril por desmoronamientos. Hubo
neblina constante durante todo el camino, tardamos unas dos horas para hacer 40
km.
También pasamos
por hermosos campos en los que cultivan rosas. Un joven que trabajaba en ellos
nos regaló un pimpollo y nos ofreció alguna explicación de las tareas que realizan.