En una de las pocas rectas
que encontramos en Colombia, acelero un poco más de lo habitual. Iría a unos 70
km por hora y empieza a agrandarse en mi campo visual un camioncito, que
circula en mi mismo sentido pero, más lento. Para colmo empieza una subida.
Como la subida es breve, y el camioncito ya se ve más grande, lo paso a pesar
de la doble línea amarilla.
Cuando lo estoy haciendo
observo más adelante dos policías en la ruta. Detienen un auto que hizo la
misma maniobra que yo, y luego a mí.
El policía me pide los
papeles y me dice, no muy amablemente, que la doble línea amarilla es
universal. Sigue hablando y agrega: “¿Ud. sabe lo que es un comparendo?” Alguna
idea tengo pero, para ratificarla o no, lo niego. “Va a tener que ir a pagar
una multa antes de dejar Colombia”. Acto seguido me pide ver el motorhome, me
dirijo a la puerta y pienso: “esto tampoco va a ser gratis”.
Conversamos como media hora y
se despide con los mejores augurios en el resto de viaje.
Antes me disculpé
haciéndome cargo de mi movimiento no reglamentario por las líneas amarillas.
La policía de Colombia ¡demostró
que sabe qué es lo importante!
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