23-12-12. Llegamos a San Gil, un amable
policía de turismo nos indica donde podemos acampar, dibujando un plano
mientras silba, canta y hace chistes.
Vamos al primer lugar que
recomienda, el hotel campestre “Dos Quebradas”. Posee cabañas, piscina, lo
atraviesa un río con su propia cascada y una taberna construida bajo las rocas.
Aunque tiene amplia área para poner carpas, debemos quedarnos en el
estacionamiento, ya que nos es imposible acceder al espacio verde en nuestro
vehículo. Usamos los baños y duchas del sector de la piscina, el quincho e
internet, pero carecemos de pileta donde lavar, lugar donde colgar ropa,
electricidad para el vehículo y demás cosas de un camping tal como es necesario.
Taberna bajo la cascada. |
El lugar es hermoso para pasar unos días vacacionando. Nosotros, como siempre, tenemos listas de cosas para hacer o arreglar pero el lugar no es el más adecuado.
Aprovechamos internet al
máximo para comunicarnos con nuestra familia, más aún estando tan cerca de las
fiestas de fin de año.
24-12-12. Recorremos en bus
los 2,5 km que hay hasta la ciudad. Encontramos un pueblo fervorosamente
atareado en comprar, vender. Los cajeros automáticos están atestados, también
los supermercados y las calles, donde el tránsito de peatones detiene a los
autos, buses y a las consabidas motocicletas.
Hicimos nuestras compras para la cena del 24 y, por primera vez, compramos carne para asar el 25, un importante trozo de “sobrebarriga” recomendado por el carnicero del Mercado.
25-12-12. Bajamos con todo lo
necesario cerca del río y nos preparamos para pasar un agradable y tranquilo 25
de diciembre.
Juntamos ramas de las
inmediaciones y, al encender el fuego, comprobamos que la madera, al igual que
el carbón comprado, se consume a velocidad supersónica.
Luego de varias maldiciones e
imprecaciones nos sentamos a comer. A los pocos minutos empieza a llover,
seguimos almorzando trasladando las cosas bajo un árbol. Cuando vemos la
ensalada flotar en el bol, decidimos dar por terminado el almuerzo y volvemos a la
casita.
Por supuesto poco después,
paró de llover y salió el sol. Vamos a la piscina a darnos un refrescante baño y
descansamos en las reposeras. Sí, estábamos cansados!
¡Llegó Papá Noel! |
26-12-12. Nuevamente vamos al
pueblo y paseamos por el mercado. Probamos un delicioso “batido” de frutos que, parece, sólo se
hace en este lugar. Volvemos caminando, 40’ cuesta arriba.
27-12-12. El calor es sofocante,
aprovechamos la piscina, caminamos bajo los árboles, disfrutando la presencia
de muchísimas aves.
Empiezan a llegar otros
acampantes, que ocupan los espacios verdes.
Recibimos un mail
alertándonos de que los trámites para la prolongación de la licencia laboral
deben ser extendidos a otras instituciones. Nos produce mucha tensión ya que en
estos días comienza el período vacacional en el sistema educativo de nuestro
pais.
28-12-12. Desde la primera
hora de la mañana ( 6.00 AM) y casi hasta el final del día continuamos la
comunicación con amables y atentas colegas que tomaron la responsabilidad de
efectivizar nuestros trámites en la lejana Patagonia. ¡A ellas, que ya estaban
de vacaciones, nuestro mayor agradecimiento!
29-12-12. El lugar se sigue
llenando, las condiciones higiénicas de los espacios comunes siguen disminuyendo.
Por primera vez, lo que a partir de allí se incrementará en Colombia, se acerca una familia
a charlar sobre el motorhome y nuestro viaje. A su vez, comenzamos a preguntar sobre
dónde podríamos estacionar y pernoctar cerca de Bogotá. Nos preocupa que sea
una ciudad tan grande y a unos 2.600 msnm.
No hay comentarios:
Publicar un comentario