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¡Hola!

Este blog es un lugar, un lugar en movimiento para compartir.

Compartir los viajes, los paisajes, las vivencias, las alegrías, las reflexiones y, por qué no, las penas, que, esperamos, no sean muchas.

¿Por qué territorio? Porque es la tierra que nos aloja y es, también, el aire, el mundo material y simbólico, las ilusiones y herencias que también nos sostienen.

¿Por qué en movimiento? Porque, al movernos, lo cambiaremos y será cambiado. Por el paisaje, la gente, el camino, otros soles, nuevas lluvias; en este desafío de trasladarnos con nuestro territorio a largo plazo, en el tiempo y en el espacio.

¡Suban con nosotros y acompáñennos! ¡Pongámonos en movimiento!

Adriana y Nelson


10 ene 2013

Santa Marta


11-12-12. Nos alojamos en hotel, ya que teníamos turno para hacerle el service de los 30.000 km al vehículo.



Nos gustó mucho la ciudad. Su centro está plagado de puestos que venden ropa, calzado y artículos navideños, frente a locales que también venden esas cosas, y otras. En la vereda no faltan los vendedores de empanadas, brochetas, arepas, jugos, helados, donde almorzamos y cenamos en distintas oportunidades. Todo es colorido y bullicioso.


Observamos que los colombianos son gente que le dedica mucha atención a su imagen, por lo que siempre están muy arreglados y vestidos combinando los tonos de las prendas, calzado, y las mujeres hebillas, carteras y esmaltes de uñas. Siempre con colores muy contrastantes y brillantes. También, a diferencia de Perú y Ecuador, usan mucha ropa de marca, legítima y no.


En varias oportunidades tomamos mate en la costa viendo el atardecer, mientras las luces ornamentales que adornan la ciudad para estas fiestas, se encienden formando paisajes tridimensionales de flores, árboles, aves, paquetes de regalo y demás, en el malecón y en las plazas de toda la ciudad. Bellísimo.





La gente, más relajada, pasea, saca fotos, conversa, en un clima de mucha tranquilidad, disfrutando la disminución de la temperatura que, entre las 12.00 y 15.00 hs. nos resultaba agobiante.





















12-12-12. Llevamos la Master al service en Renault. Llamó mucho la atención, ya que en Colombia no son usuales los motorhomes. La mostramos a varios empleados y ambos pedimos al personal cuidado con nuestras pertenencias ya que es nuestra casa, y allí se encuentran desde objetos muy cotidianos hasta otros de uso personal.

Llamamos por teléfono a Rawson, por motivos laborales, ya que debemos continuar con la tramitación de la licencia para continuar nuestro viaje. Esperamos que todo salga bien, es un tema que nos tiene bastante preocupados.

Aprovechando el wifi del hotel, y en las horas de indecible calor, nos comunicamos con nuestros familiares. También definimos el viaje de una de nuestras hijas, quién nos visitará en Bogotá en unos días más! ¡Qué alegría!

Toda esta actividad hace que se nos haga tarde para retirar el vehículo. Siendo hora pico sólo hay una posibilidad: subirme a una mototaxi y experimentar la adrenalina de navegar entre autos, vendedores callejeros, buses, miles de otros mototaxis, bicicletas  y cuanta cosa más que puede cruzarse en el camino. Está bien: lo hago!

No voy a entrar en detalles sobre las súbitas frenadas y aceleraciones , tampoco cuando entramos contramano por una calle, pasamos semáforos en rojo, ni pasamos por atrás de la cárcel, focalicémonos en el resultado: llegué a tiempo! ¡Tantas emociones por sólo $ col 2.000!

Antes de retirar el vehículo, me dicen en la agencia que más gente quiere conocerlo por dentro. Vuelvo a mostrarle el interior a unas cuantas personas más.

Posteriormente, cuando en el parqueadero (estacionamiento) miramos con detenimiento encontramos que habían estado “revisando” todo el interior! Un placard abierto, la heladera con señales de haber sido abierta, el aire acondicionado encendido y, lo peor, uno de los almohadones de la cama fuera de su lugar y con la forma de la cabeza de quien lo utilizó marcada en él: ¡chocante! Al día siguiente concurrimos a quejarnos con el Jefe de la Sección Taller.

13-12-12. Visitamos el Mercado y el Museo del Oro.




La zona histórica nos gustó mucho a pesar de que hay partes deterioradas y otras en restauración. Por eso nos alojamos allí, caminamos día y noche por sus calles y carreras.




Santa Marta nos pareció muy auténtica.


2 comentarios:

  1. Me pareció hermoso todo.
    Qué colores en los azulejos, pinturas, paredes, luces... uau!

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