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¡Hola!

Este blog es un lugar, un lugar en movimiento para compartir.

Compartir los viajes, los paisajes, las vivencias, las alegrías, las reflexiones y, por qué no, las penas, que, esperamos, no sean muchas.

¿Por qué territorio? Porque es la tierra que nos aloja y es, también, el aire, el mundo material y simbólico, las ilusiones y herencias que también nos sostienen.

¿Por qué en movimiento? Porque, al movernos, lo cambiaremos y será cambiado. Por el paisaje, la gente, el camino, otros soles, nuevas lluvias; en este desafío de trasladarnos con nuestro territorio a largo plazo, en el tiempo y en el espacio.

¡Suban con nosotros y acompáñennos! ¡Pongámonos en movimiento!

Adriana y Nelson


18 dic 2012

Desagradables experiencias


En esta entrada carecemos de fotos, ya que, días después en Cartagena nos robaron una de las cámaras, donde se encontraba el registro.

Partimos hacia Popayán, queríamos conocer esa ciudad colonial.

Accedemos a la que debe ser la Panamericana: pagamos importantes peajes ($14.200 en total), la carretera es muy angosta, por largos kilómetros los vehículos no pueden adelantarse.

La ruta se va deteriorando paulatinamente. Cerca del Aeropuerto de Nariño desde el fondo de un pozo le pregunto a la señorita que cobra el peaje: “¿la ruta mejora más adelante?” “No”, contesta con un poco de vergüenza.

Kilómetros después aparecen niños y ancianos al costado del camino y extienden sus manos para pedir dinero. Las cosas se vuelven más desagradables y chocantes: otros grupos improvisan cuerdas con trozos de nylon, sogas, etc., que atan a un extremo de la ruta y sostienen, del otro lado, con la mano, cortando el tránsito. A pesar de que vemos a los colectivos seguir raudamente, nosotros nos detenemos cada vez para evitar lastimar a alguien y con temor, ya que oímos que por aquí hay muchos problemas de seguridad, aconsejan no viajar de noche por la zona. Cuando frenamos, se acercan a pedir dinero.

Cada tanto hay jóvenes echando tierra a los pozos del camino y pidiendo dinero por ese trabajo, pensamos “¿para qué pagamos el peaje entonces?”

También observamos grupos del ejército, fuertemente armados y con vehículos blindados, lo cual nos hace dudar de la seguridad de la carretera y anhelar llegar a destino.

Todo el trayecto nos provocó sentimientos de vulnerabilidad, por esas personas y por nosotros, impotencia, por el estado en que se encuentran, enojo, por ser obligados a detenernos.

Daban ganas de corroborar el rumbo, poco tránsito y la ruta en pésimo estado. Así y todo llegamos a Popayán, luego de conducir ininterrumpidamente durante seis horas y media.

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