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¡Hola!

Este blog es un lugar, un lugar en movimiento para compartir.

Compartir los viajes, los paisajes, las vivencias, las alegrías, las reflexiones y, por qué no, las penas, que, esperamos, no sean muchas.

¿Por qué territorio? Porque es la tierra que nos aloja y es, también, el aire, el mundo material y simbólico, las ilusiones y herencias que también nos sostienen.

¿Por qué en movimiento? Porque, al movernos, lo cambiaremos y será cambiado. Por el paisaje, la gente, el camino, otros soles, nuevas lluvias; en este desafío de trasladarnos con nuestro territorio a largo plazo, en el tiempo y en el espacio.

¡Suban con nosotros y acompáñennos! ¡Pongámonos en movimiento!

Adriana y Nelson


26 dic 2012

Salento


En esta entrada carecemos de fotos, ya que días después en Cartagena nos robaron una de las cámaras, donde se encontraba el registro.

16 y 17-11-12. Paramos en un camping en la cercanía de Salento. Vamos caminando al pueblito, nos encanta. Muy pintoresco, con típicas y coloridas viviendas paisa, con una callecita muy comercial, donde circulamos los extranjeros y los locales entre negocios de artesanías y bares. El parque principal está rodeado de restaurants, hoteles, una excelente heladería y construcciones antiguas, o que simulan serlo.
Se encuentra rodeado de selva y haciendas de café.

En esta época llueve mucho; abandonamos el camping y nos dirigimos a la Finca El Ocaso para conocer el proceso de producción en el cafetal.

El camino se encuentra bastante mal señalizado y, de a poco, comienza a angostarse, por tramos es de tierra, por tramos solo posee dos huellas en material. Preguntamos varias veces como llegar.

Estando a pocos metros de la finca tratamos de subir una cuesta y la Blanquita se para en el ascenso. Dejo que baje, hacemos marcha atrás, para subir con más envión pero debemos ir doblando para mantenernos en la parte de cemento de la calzada, además es curva, salimos de la huella y nos encajamos, ¡sí otra vez! Ya que el césped se encontraba empapado con toda la lluvia caída. Cuando tratamos de salir, el auto patina y se incrusta entre dos ramas de un árbol!!!!!. desesperación y maldiciones varias, me dirijo a la finca a buscar ayuda.

No hay ningún vehículo en la misma pero está Marcos, el capataz, quien se acerca y nos da instrucciones sobre cómo sacar el vehículo. Llama a dos sobrinos que van a buscar restos de asfalto a unos 200 mts, los niños hacen varios viajes con la carretilla llena de ese material, él se trepa al árbol y con su machete corta dos ramas del mismo. De forma increíble el armazón del toldo del vehículo estaba entre dos ramas, era imposible tratar de salir hacia adelante o atrás sin romper una rama o que ésta rompa el toldo. Luego tuvimos que desarmar parte de la estructura del toldo para desengancharlo.

Se acercan varios vecinos. Empujando, poniendo suplementos en el barro, acomodando ramas y “cascajo” la Blanquita sale marcha atrás. La llevamos así unos doscientos metros (con curvas y subidas) hasta la calle principal. Aunque no tenemos ganas (llevamos casi dos horas luchando), Marcos nos convence de que hagamos la visita.


En la finca nos convidan un excelente jugo de panela y mandarina (recién cosechada), hacemos la visita, guiados por Marcos, y de despedida un exquisito tinto orgánico, como todo el que se produce aquí. Además nos regalan dos clases de plátanos, ambas para cocinar (llamados “verdes” y “maduros”).

Aprendimos las distintas etapas en la producción de café, desde su siembra hasta su cosecha, y luego el secado de las pepas, incluyendo los dos trasplantes que se le hacen a la planta antes de que comience a producir.

Nuestro plan inicial era ir al Valle de Cocora a ver las famosas palmas de cera, árbol nacional de Colombia pero Marcos nos dice que a esta hora debe estar todo nublado, que habría que ir mañana.

Le agradecemos profundamente, si no hubiera sido por él aún estaríamos encajados allí.

Elegimos seguir a Medellín, ya que el 26 nuestros familiares llegan a Cartagena y hay unos cuantos kilómetros hasta allá.

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