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¡Hola!

Este blog es un lugar, un lugar en movimiento para compartir.

Compartir los viajes, los paisajes, las vivencias, las alegrías, las reflexiones y, por qué no, las penas, que, esperamos, no sean muchas.

¿Por qué territorio? Porque es la tierra que nos aloja y es, también, el aire, el mundo material y simbólico, las ilusiones y herencias que también nos sostienen.

¿Por qué en movimiento? Porque, al movernos, lo cambiaremos y será cambiado. Por el paisaje, la gente, el camino, otros soles, nuevas lluvias; en este desafío de trasladarnos con nuestro territorio a largo plazo, en el tiempo y en el espacio.

¡Suban con nosotros y acompáñennos! ¡Pongámonos en movimiento!

Adriana y Nelson


29 may 2013

Joao Pessoa

Con la intención de recorrer algunas de las playas brasileñas, partimos a las 7, 40 hs con la infaltable lluvia de esta época.

Llegamos a Praia da Pipa a eso de las 9 hs. Nos encontramos con un muy pintoresco y turístico poblado que, a esa hora y con el clima lluvioso, no presentaba mucha acción.


De calles empedradas, angostas e inclinadas, por llegar el morro casi hasta el mar, los interesantes negocios se concentran en unas pocas cuadras imponiéndole al lugar un tinte particular por los productos originales que se exponen en ellos: ropa, bijou, y objetos de decoración de diseño y elaborados artesanalmente.

Bajamos a la costa donde los bares comenzaban a abrir acomodando sus mesas sobre la arena y los surfistas aprovechaban las olas, pero un fuerte aguacero nos hizo volver.
Por sus características no nos pareció que era lo que necesitábamos para permanecer unos días, así que decidimos continuar.

Las distintas playas que aparecen en el mapa no son fácilmente accesibles ya que están separadas unas de otras por morros, lo que hace que constantemente tengamos que salir a la ruta principal y recorrer varios kilómetros hasta volver a entrar.

Llegamos a Joao Pessoa, parando en Ponta do Seixas, el extremo más oriental de América.



Visitamos el camping del lugar pero la lluvia nos disuadió de quedarnos allí. Fuimos hasta la Estación Cabo Branco, a 4 kilómetros, una obra arquitectónica de Oscar Niemeyer en la que funciona un Centro Cultural y de exposiciones. Por ser lunes, estaba cerrado.

Por la casi permanente lluvia nos concentramos en actividades en el interior de la casita, sobre todo lectura en portugués y en castellano. Habíamos comprado el libro Dom Casmurro de Machado de Assis que es un clásico para estudiar el idioma.

Por la noche, estacionamos en la Avenida Costanera donde la policía de tránsito nos permitió permanecer para dormir. ¡Lugar privilegiado en el malecón!


Caminamos un buen rato por su hermosa explanada, viendo el mar y las olas romper contra los paredones en algunos sectores. La gente haciendo deportes o caminando enérgicamente le dan a la ciudad un aire de energía, plenitud y salud.


Al día siguiente, como lo habíamos planeado, nos fuimos en “onibus” al Centro Histórico donde paseamos por sus calles y pudimos observar algunos edificios coloniales muy restaurados y otros mostrando aún su deterioro por el paso del tiempo. También visitamos varias “Igrejas” (iglesias).




















Después de almorzar, avanzamos hasta Da Lagoa, en el centro de la ciudad moderna, donde comercios y líneas de colectivos se reúnen en un espacio parecido al Once Porteño.

Compramos música local de distintos estilos: Forro da Serra, Reggae y Música Popular Brasilera.



Ya bastante cansados, regresamos a la costa donde tomamos  tereré bajo una de las muchas higueras (distintas a las que hay en Argentina), frente al mar.

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