En nuestro viaje a Joao
Pessoa, buscamos un lugar para dormir. Cae la noche y nos detenemos en el
pequeñísimo pueblo de Nisia Floresta.
Estacionamos al lado de la
iglesia, donde estaban velando a un muerto que luego, con repiqueteo de
campanas, llevan al cementerio a trescientos metros de ahí.
Entre la iglesia y el
cementerio: nosotros, la maternidad y la escuela. Bien pueblo.
Cuando se detiene la lluvia,
caminamos un poco y nos acercamos a charlar con un vecino para preguntar si es
seguro dormir allí.
El hombre había estado
recientemente en Buenos Aires, y, además de recomendarnos una por una las
playas desde aquí hasta Salvador de Bahía, y asegurarnos la tranquilidad del
lugar, aprovechó para hacernos saber algunas “avivadas” de nuestros
inestimables taxistas porteños.
En Colombia ya nos habían
contado que era habitual que los taxistas en Buenos Aires, diesen el vuelto con
billetes falsos. Ahora este señor nos cuenta, amén del “clásico” paseo (es
decir para realizar un recorrido que llevaría 2 km hacerlo en 3,5 km) que le sucedió
que cuando pagaba con un billete de $100 pesos, le devolvían como si hubiese
pagado con un billete de $50 lo cual producía la inevitable discusión y
malestar.
Una lástima que algunos
conductores profesionales hagan quedar tan mal a la hermosa Buenos Aires, que
sigue atrayendo a turistas de todo el mundo. ¡Ojalá alguien pueda hacer algo al
respecto, empezando por los actores de esta situación desagradable, para que no
sea un tema de comentario, de controversia ni de mala fama.
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