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¡Hola!

Este blog es un lugar, un lugar en movimiento para compartir.

Compartir los viajes, los paisajes, las vivencias, las alegrías, las reflexiones y, por qué no, las penas, que, esperamos, no sean muchas.

¿Por qué territorio? Porque es la tierra que nos aloja y es, también, el aire, el mundo material y simbólico, las ilusiones y herencias que también nos sostienen.

¿Por qué en movimiento? Porque, al movernos, lo cambiaremos y será cambiado. Por el paisaje, la gente, el camino, otros soles, nuevas lluvias; en este desafío de trasladarnos con nuestro territorio a largo plazo, en el tiempo y en el espacio.

¡Suban con nosotros y acompáñennos! ¡Pongámonos en movimiento!

Adriana y Nelson


9 ago 2012

Nasca 1

20-07-12. Nos despertamos a las 7.00hs, partimos después de despedirnos de Amadeo, el señor que nos dijo que podíamos estacionar y dormir en la cancha de fútbol.
No miramos el termómetro, pero hizo bastante frío a la noche ¿cero grado?.
Cuando, otra vez, pensábamos que íbamos a descender, pasamos los 4.100 mts. de altitud. Luego comenzamos a bajar; llegar a los 3.000 mts. fue hermoso, lentamente fue cambiando el paisaje, apareciendo cactus hasta ahora no vistos, picos de montañas parecían islas flotantes entre las nubes y, debajo de los 3.000, la vista fue preciosa, las montañas parecían cueros y gamuzas de suaves texturas, arrugadas, en distintas tonalidades de marrón.











El camino se tornó muy sinuoso, en descenso continuo, hasta llegar a los 1.000 msnm, donde el suelo se cubrió de piedras angulosas y aparecieron plantaciones de tunas.



La visión repentina de paredes de paneles de esteras nos hicieron pensar en una de las características culturales de la zona, la habilidad para el tejido que destacó al pueblo Paracas, si bien con hilados realizados con hilos de alpaca y algodón. Posteriormente visitamos a Manuel, hábil constructor de estas esteras.









Llegamos a la ciudad de Nasca, nos vuelven locos las bocinas. Los taxis, que son colectivos, es decir en cada autito pueden subir hasta cuatro personas con distinto destino, llaman a sus posibles clientes anunciándose con sus bocinas, así que por cuadra puede haber cuatro o cinco autos tocando doble o triple bocinazo cada pocos metros. Hay que agregar que, muchas veces, no se acercan al cordón para que el pasajero pueda subir o bajar del coche y que, muchísimas veces, regatean el precio por lo que se detienen unos cuantos segundos en doble o triple fila, los de atrás, por supuesto, protestan…tocando bocina. El ruido es infernal y la situación caótica porque en las esquinas se suman los que tocan bocina porque sí o para que se arranque después de que el semáforo se puso en verde y también los agentes de tránsito con sus silbatos (no entendemos para qué los soplan). Pensamos que la policía debería tener un silbato que haga silencio como para llamar la atención.
La mayoría de los taxis son Daewo Tico , como en Cusco, miles de ellos, rojos o amarillos.
Vamos al Museo Antonini, interesante, aunque las vitrinas no exponen la ubicación temporal de las piezas, lo que torna confuso el poner en contexto las seis culturas que se exhiben con sus períodos de desarrollo histórico respectivos.
Al día siguiente decidimos ir a los miradores de las líneas de Nasca, antes de resolver si haremos el sobrevuelo de las mismas (costo, a partir de los u$s 100). Vamos al Mirador Natural, pequeña elevación que se encuentra pocos km al norte de la ciudad. Como suponíamos, las líneas desde allí se observan como desdibujados caminos o senderos. De todos modos nos resultó interesante ver in situ y de cerca la técnica empleada en la construcción. Realizaban una limpieza del terreno, depositando las piedras extraídas, a los costados, con lo cual quedaba formada la línea en el espacio “barrido”.
Fuimos hasta el Mirador Metálico, a dos km, en el que había que pagar dos soles (S/2) para subir. Como aún había niebla preferimos seguir hasta el pueblo siguiente, Palpa a unos 20 km donde hay petroglifos y otro mirador. Pero, en el camino nos desviamos unos pocos km a la derecha, entrando al pueblo de San José, a observar una iglesia barroca.
Al llegar al pequeño poblado conocimos a Virginia, una señora lugareña que nos explicó que la iglesia quedó semi destruida tras sucesivos terremotos. En el más importante (año 2.007), todos los pobladores perdieron sus viviendas y tuvieron que morar en “carpitas” (según dijo); ahora el gobierno les había ayudado a construir nuevas casas. La barroca iglesia fue reemplazada por otra más pequeña, de estilo moderno, aún sin inaugurar.
Virginia y Adriana
Las imágenes de los santos y vírgenes se repartieron, algunas fueron para Lima, otras las tienen guardadas allí, en el pueblo.
Pasamos largo rato en la iglesia, tomando fotos y recorriéndola. Un visitante nos cuenta que se dice que el túnel de la misma daba a una hacienda (estancia) donde se seguía comprando y vendiendo esclavos aunque ya estaba prohibido.




El pueblito, humilde y apacible, invitaba a quedarse pero preferimos seguir hasta El Ingenio, alejándonos de Palpa. Teníamos información de que allí había más iglesias.
 En la ruta, entre ambos miradores, nos llama la atención un pequeño grupo de gente, vestida con una especie de túnicas, que llevaban una cruz de unos dos mts de altura con rueditas abajo, otro un crucifijo y otros dos una virgen en una urna de vidrio. Iban con mucha energía caminando hacia el norte.

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