02-08-12. Continuando por la
Panamericana Sur hicimos lavar la Master cerca de un poblado llamado Asia, para
que esté en condiciones al llevarla al service. El señor del lavadero, muy
cordial, nos regala dos remeras (polo las llaman aquí). Continuamos y entramos
a Chilca, para pernoctar.
Percibimos que aquí, como en
Cerro Azul, no suenan bocinas insistentemente. Consultamos a unos policías por
un estacionamiento para pasar la noche y nos recomendaron ubicarnos a un
costado de la plaza, desde donde el Serenazgo podía visualizarnos mejor, para
nuestra seguridad.
De pronto, oímos música en
vivo cerca nuestro. Una pequeña procesión salió de la iglesia, cargando la
imagen de María y una banda tocaba alegre música por detrás. Luego se ubicaron
en el kiosco de la plaza, delante de un grupo de adolescentes que estaba
ensayando coreografías de bailes de la sierra, con su propio equipo de música.
Escuchábamos la banda y
veíamos a los danzarines ejecutando movidos compases que no coincidían con la
música. Cuando la banda se detenía, había más coordinación entre música y
baile.
La “cuadrilla” que organizaba
esa noche el festejo, una cuadrilla para cada noche hasta el 15 de agosto, nos
explicó de qué se trataba la celebración y nos convidó café y un sándwich de
lomito, acompañados de dos estampitas bendecidas. Vinieron bien en la fresca
noche.
Culminó la jornada con fuegos
artificiales alusivos a la historia del lugar.
Así, decidimos llamar a este día 2 de agosto como “El día de los regalos”: una pulsera, dos remeras, dos cafés, dos sandwiches y dos estampitas. Qué lindo!!!!
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