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¡Hola!

Este blog es un lugar, un lugar en movimiento para compartir.

Compartir los viajes, los paisajes, las vivencias, las alegrías, las reflexiones y, por qué no, las penas, que, esperamos, no sean muchas.

¿Por qué territorio? Porque es la tierra que nos aloja y es, también, el aire, el mundo material y simbólico, las ilusiones y herencias que también nos sostienen.

¿Por qué en movimiento? Porque, al movernos, lo cambiaremos y será cambiado. Por el paisaje, la gente, el camino, otros soles, nuevas lluvias; en este desafío de trasladarnos con nuestro territorio a largo plazo, en el tiempo y en el espacio.

¡Suban con nosotros y acompáñennos! ¡Pongámonos en movimiento!

Adriana y Nelson


9 ago 2012

Una familia muy amable

 Continuando la ruta en la búsqueda de más iglesias antiguas, cruzamos varios pequeños pueblos, hasta llegar a El Ingenio donde termina el asfalto. Sólo sigue un camino de piedra que es utilizado por una empresa minera y los pobladores para acceder a sus haciendas.










Allí conocimos a Mercedes, maestra jardinera por la mañana, quien por la tarde y fines de semana tiene un puesto de venta de naranjas, agua mineral y golosinas en la avenida principal.
Súper simpática, nos invitó a estacionar el motorhome en la puerta de su casa, para estar tranquilos. También nos explicó sobre las plantaciones de tuna que vimos en el camino. Al cactus le inyectan cochinilla para que ésta se reproduzca y luego venderla por kilo, ya que es utilizada como producto primario para la fabricación de lápiz de labios y tinturas para tela.
Por la tarde conocemos a Waldir, el hijo mayor de Mercedes, y a William, el menor de sus cuatro hijos. Sucesivamente nos visitan los tres en la casita y Waldir se ofrece llevarnos a conocer líneas realizadas por la cultura nasca, que están detrás del pueblo y otros atractivos del lugar. Todos ellos se muestran muy interesados por saber de Argentina, les cuesta imaginarse la distancia que separan nuestros hogares: la conversación nos lleva a mirar varios mapas, los jóvenes son muy curiosos y perspicaces.
Por la mañana nos despierta William con golpecitos en la puerta; luego de desayunar vamos a caminar con él por distintos lugares del pueblo, incluso llegamos al pueblo más cercano, Tulin, y nos explica distintas costumbres del lugar, así como cuestiones de la producción agrícola regional.
Más tarde, junto a su hermano, vamos a un cerro desde donde se observan líneas de El Ingenio, ya que, según ellos reclaman, no son de Nasca.



Luego vamos a la Hacienda Papagayo, donde experimentamos tratar de ordeñar una vaca. Sus dueños logran extraer cinco litros, no así los invitados. Una vez regresados fuimos al estadio donde se desarrollaba el Festival del Chicharrón y compramos varias porciones para compartir con los chicos y su familia. El chicharrón es un importante trozo de cerdo frito en aceite o en su propia grasa, acompañado con mote, porotos y cebollas crudas.









Waldir, con su paternidad a los diecinueve años, está tratando de abrirse camino en el mundo laboral, incluso nos preguntó sobre la posibilidad de abrir una chicharronería en Argentina.
Vamos dos o tres veces en el mismo día al estadio, nos sorprende que el grupo de música lleva horas interpretando canciones. Además de los músicos hay dos bailarinas “livianitas de ropas” que ejecutan danzas un tanto eróticas. Sorprendiéndonos que sea domingo a la tarde, con un sol brillante y familias sentadas bajo toldos presenciando el espectáculo mientras se come chicharrones y se bebe pisco, vino y cerveza, los niños gaseosas o agua mineral.
Nos cuentan que en El Ingenio son casi todos familiares, últimamente hay más gente venidas de otros sitios. Nos llama la atención lo pequeña que son las casas en el frente, con escasas ventanas y pequeñas puertas, gracias a William, nuestro guía permanente, conocemos como son por dentro.
Nos lleva a casa de su abuela y vemos que se trata de un terreno con sucesión de construcciones de barro y madera, algunos animales sueltos, un canal que cruza el lote transversalmente, un puente rústico de madera para cruzarlo. Un corral tras otro se sucedían con dos ovejas, chanchos, gallinas, y más atrás plantaciones de alfalfa, plátanos, manga y las achiras (inmensas, casi tan altas como los plátanos), cuyo tubérculo se come acompañado con leche o queso.
Al anochecer Mercedes nos envía una jarra de la leche ordeñada, hervida y azucarada.
Nos despedimos de esta amable familia intercambiando direcciones de mails y recuerdos.
Excelentes las guiadas de Waldir y las explicaciones de William, así como la predisposición de Mercedes, que hicieron que nos sintamos por unos días en familia.

4 comentarios:

  1. Cochinilla de cactus para labios sensuales!

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  2. "Waldir, con su paternidad a los diecinueve años, está tratando de abrirse camino en el mundo laboral, incluso nos preguntó sobre la posibilidad de abrir una chicharronería en Argentina."

    No sé como estará el mercado acá... pero de seguro, segurito que si viene a poner una chicharronería que cuente conmigo como su 1ª clienta. ¡¡Quiero probar eso!!

    Por otro lado, que urbanos resultaron los muchachitos del blog a la hora de ordeñar una vaquita, eh! Los tenía más campechanos

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    1. Sí, es muy sabroso. Ahora estamos en la playa y algunos negocios ofrecen chicharrón de pescado; aún no lo probamos.

      Y, sí, somos más urbanos de lo que creemos, uf!

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