01-03-13. A las
7,30 hs estábamos en la ruta camino a Caburé donde hicimos algunas
averiguaciones acerca de unas cuevas, simas, haitón y cascadas que sabíamos que
había por aquella zona.
Después de
recorrer ese particular pueblo en busca de la Oficina de Turismo y de
encontrarla bastante lejos del centro del lugar, obtuvimos la información
necesitada por parte de choferes de busetas que descansaban en la pequeña y
pintoresca Plaza Bolivar.
A las 11,15 hs
partimos del poblado. Los choferes nos habían dicho que era cerca (ellos tardan unos 15 minutos en
llegar).
Por caminos de
montaña, tomamos las distintas “Y” (ye) hacia la derecha como nos indicaron que
lo hagamos. En Venezuela, así como en Colombia, a las bifurcaciones de la
carretera las llaman “Ye” y de ahí diferencian si hay que doblar hacia la
derecha o a la izquierda.
De pronto el GPS
anuncia: “Navegación fuera de carretera”.
Continuamos un
poco y, donde vemos una casa con una puerta abierta, paramos a preguntar.
El
señor nos dice que nos habíamos pasado pero no sabía explicarnos por cuanto ni
hacia dónde debíamos ir. De todos modos trataba de vendernos cambur (bananas) muy
maduras y sueltas que tenía en un bol de su casa, como si fuera las que ellos
estaban comiendo en ese momento, a un precio exorbitante. Ante nuestra negativa
comienza a bajar el precio y luego a subirlo nuevamente. Nos despedimos
agradeciéndole por “atendernos”.
Avanzamos hasta
ver a otro hombre que confirma que nos habíamos pasado de largo. Insistiendo, con
la explicación de éste más la de Paulina en el GPS, llegamos al ansiado lugar
ya un poco cansados.
Al costado de la
ruta, con la vegetación selvática de fondo aparece el cartel del Parque
Nacional Juan Crisóstomo Falcón, en el que se encuentra el Haitón de Gurarataro
a 1244 msnm. Además del cartel hay una casilla construida de bloques sin
terminar o abandonada y una churuata (una estructura de madera sosteniendo un techo de palma). Todo
vacío.
Empezamos a dudar.
¿Cuánto tiempo llevará la caminata hasta el haitón? Vemos que alguien, tal vez otro
turista solidario, dibujó con carbón en la pared sin revocar, el supuesto
recorrido con algunas señales, pero no sabemos las proporciones y el tamaño
real del lugar.
¿Serán más de tres
horas? Nos parece inadecuado dejar la casita sola allí. ¿Y si la roban?
Se nos ocurre que
tal vez sería mejor que primero vaya uno y luego el otro a hacer la visita.
Pero, ¿si son más de dos horas?. Nos llevaría mucho tiempo, además ¿si vienen a
robar y encuentran a alguno de nosotros solo…? ¡Nos alertaron tanto durante
este viaje sobre el robo a turistas en lugares solitarios!
Decidimos
arriesgarnos a ir los dos, ya que habíamos llegamos hasta allá.
Cambiamos nuestros
pantalones por unos largos de senderismo por los posible insectos, también las
remeras, para no transpirar las “urbanas”, nos pusimos medias y zapatillas y
nos llenamos de repelente para los mosquitos. Preparamos la mochila, llevamos
las dos cámaras de fotos, los anteojos de leer y los de sol, y preocupados,
decidimos iniciar el recorrido.
Cerramos la Master
con las dos alarmas. Miramos el reloj, eran las 12,15 hs.
¿Y si nos asaltan
en el bosque? ¿Si nos roban las dos cámaras? ¿Cómo enfrentar a los ladrones?
¿Qué decirles para convencerlos de que nos dejen ir?
La tensión hacía
que camináramos rápido. Los cantos de las aves, especialmente unas muy extrañas, sonaban como martillazos sobre un caño, y sonidos de animales moviéndose entre la espesura de
las plantas nos provocaba más inquietud aún.
¿Serán personas
esperando al ingenuo turista?
Leemos el primer
cartel explicativo sobre las Epifitas y las Bromelias, avanzamos y vemos una
especie de cueva/caverna baja.
Avanzamos pocos
metros más y nos encontramos con una baranda de madera y otro cartel
explicativo:
Sacamos fotos.
Traspasamos la baranda y nos acercamos al pozo. Es impresionante su profundidad
y la oscuridad que encierra.
Ambos miramos los
relojes, pero no nos dijimos nada. Todavía faltaba el resto del recorrido.
De
fondo continuaba el martilleo, unos metros más y encontramos, sucesivamente
otros dos carteles y … nuevamente la ruta asfaltada, a unos quince metros de done habíamos
dejado la Master.
Miramos nuevamente
el reloj. Eran las 12,36 hs. Nos reímos. ¡Los preparativos llevaron mucho más
tiempo que la excursión!