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¡Hola!

Este blog es un lugar, un lugar en movimiento para compartir.

Compartir los viajes, los paisajes, las vivencias, las alegrías, las reflexiones y, por qué no, las penas, que, esperamos, no sean muchas.

¿Por qué territorio? Porque es la tierra que nos aloja y es, también, el aire, el mundo material y simbólico, las ilusiones y herencias que también nos sostienen.

¿Por qué en movimiento? Porque, al movernos, lo cambiaremos y será cambiado. Por el paisaje, la gente, el camino, otros soles, nuevas lluvias; en este desafío de trasladarnos con nuestro territorio a largo plazo, en el tiempo y en el espacio.

¡Suban con nosotros y acompáñennos! ¡Pongámonos en movimiento!

Adriana y Nelson


30 mar 2013

Haitón de Guarataro

01-03-13. A las 7,30 hs estábamos en la ruta camino a Caburé donde hicimos algunas averiguaciones acerca de unas cuevas, simas, haitón y cascadas que sabíamos que había por aquella zona.

Después de recorrer ese particular pueblo en busca de la Oficina de Turismo y de encontrarla bastante lejos del centro del lugar, obtuvimos la información necesitada por parte de choferes de busetas que descansaban en la pequeña y pintoresca Plaza Bolivar.

A las 11,15 hs partimos del poblado. Los choferes  nos habían dicho que era cerca (ellos tardan unos 15 minutos en llegar).
Por caminos de montaña, tomamos las distintas “Y” (ye) hacia la derecha como nos indicaron que lo hagamos. En Venezuela, así como en Colombia, a las bifurcaciones de la carretera las llaman “Ye” y de ahí diferencian si hay que doblar hacia la derecha o a la izquierda.

De pronto el GPS anuncia: “Navegación fuera de carretera”.

Continuamos un poco y, donde vemos una casa con una puerta abierta, paramos a preguntar. 

El señor nos dice que nos habíamos pasado pero no sabía explicarnos por cuanto ni hacia dónde debíamos ir. De todos modos trataba de vendernos cambur (bananas) muy maduras y sueltas que tenía en un bol de su casa, como si fuera las que ellos estaban comiendo en ese momento, a un precio exorbitante. Ante nuestra negativa comienza a bajar el precio y luego a subirlo nuevamente. Nos despedimos agradeciéndole por “atendernos”.

Avanzamos hasta ver a otro hombre que confirma que nos habíamos pasado de largo. Insistiendo, con la explicación de éste más la de Paulina en el GPS, llegamos al ansiado lugar ya un poco cansados.

Al costado de la ruta, con la vegetación selvática de fondo aparece el cartel del Parque Nacional Juan Crisóstomo Falcón, en el que se encuentra el Haitón de Gurarataro a 1244 msnm. Además del cartel hay una casilla construida de bloques sin terminar o abandonada y una churuata (una estructura de madera sosteniendo un techo de palma). Todo vacío.



Empezamos a dudar. ¿Cuánto tiempo llevará la caminata hasta el haitón? Vemos que alguien, tal vez otro turista solidario, dibujó con carbón en la pared sin revocar, el supuesto recorrido con algunas señales, pero no sabemos las proporciones y el tamaño real del lugar.


¿Serán más de tres horas? Nos parece inadecuado dejar la casita sola allí. ¿Y si la roban?
Se nos ocurre que tal vez sería mejor que primero vaya uno y luego el otro a hacer la visita. Pero, ¿si son más de dos horas?. Nos llevaría mucho tiempo, además ¿si vienen a robar y encuentran a alguno de nosotros solo…? ¡Nos alertaron tanto durante este viaje sobre el robo a turistas en lugares solitarios!


Decidimos arriesgarnos a ir los dos, ya que habíamos llegamos hasta allá.

Cambiamos nuestros pantalones por unos largos de senderismo por los posible insectos, también las remeras, para no transpirar las “urbanas”, nos pusimos medias y zapatillas y nos llenamos de repelente para los mosquitos. Preparamos la mochila, llevamos las dos cámaras de fotos, los anteojos de leer y los de sol, y preocupados, decidimos iniciar el recorrido.

Cerramos la Master con las dos alarmas. Miramos el reloj, eran las 12,15 hs.

¿Y si nos asaltan en el bosque? ¿Si nos roban las dos cámaras? ¿Cómo enfrentar a los ladrones? ¿Qué decirles para convencerlos de que nos dejen ir?

La tensión hacía que camináramos rápido. Los cantos de las aves, especialmente unas muy extrañas, sonaban como martillazos sobre un caño, y sonidos de animales moviéndose entre la espesura de las plantas nos provocaba más inquietud aún.

¿Serán personas esperando al ingenuo turista?

Leemos el primer cartel explicativo sobre las Epifitas y las Bromelias, avanzamos y vemos una especie de cueva/caverna baja.

Avanzamos pocos metros más y nos encontramos con una baranda de madera y otro cartel explicativo:


Sacamos fotos. Traspasamos la baranda y nos acercamos al pozo. Es impresionante su profundidad y la oscuridad que encierra.



















Ambos miramos los relojes, pero no nos dijimos nada. Todavía faltaba el resto del recorrido. 

De fondo continuaba el martilleo, unos metros más y encontramos, sucesivamente otros dos carteles y … nuevamente la ruta asfaltada, a unos quince metros de done habíamos dejado la Master.

Miramos nuevamente el reloj. Eran las 12,36 hs. Nos reímos. ¡Los preparativos llevaron mucho más tiempo que la excursión!


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