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¡Hola!

Este blog es un lugar, un lugar en movimiento para compartir.

Compartir los viajes, los paisajes, las vivencias, las alegrías, las reflexiones y, por qué no, las penas, que, esperamos, no sean muchas.

¿Por qué territorio? Porque es la tierra que nos aloja y es, también, el aire, el mundo material y simbólico, las ilusiones y herencias que también nos sostienen.

¿Por qué en movimiento? Porque, al movernos, lo cambiaremos y será cambiado. Por el paisaje, la gente, el camino, otros soles, nuevas lluvias; en este desafío de trasladarnos con nuestro territorio a largo plazo, en el tiempo y en el espacio.

¡Suban con nosotros y acompáñennos! ¡Pongámonos en movimiento!

Adriana y Nelson


25 may 2012

Un niño de 74 años


06-05-12. A las 10.50 hs, dejamos las termas para recorrer un poco el pueblo, Marcelino Ramos.

En el camino decidimos detenernos a observar algo curioso que habíamos visto el día anterior. Sobre un terreno ondulado, en un plano inclinado que caía hacia la ruta llamativas figuras distribuidas armoniosamente sobre el césped: motos de distintos colores con sus respectivos conductores (algunos parados como sosteniéndolas, otros sentados, todos vestidos hasta el último detalle), dos helicópteros, un avión, bicicletas de diversos tamaños, un minero, una figura con un arado, una multitud de lo que parecían ser pequeñas casitas con techos a dos aguas, e innumerables figuras más que por su cantidad se hacían difíciles de captar en un primer momento.



Nos detenemos a sacar fotografías, ante nuestra sorpresa, al vernos, un señor que estaba realmente cortando el césped nos hace señas para que saltemos un portón bajo tipo tranquera y entremos.

Carlos resultó ser el dueño del lugar y creador de las obras, tarea que ya había iniciado su padre. Este señor hijo de austríacos nos mostró de cerca los objetos, activó eléctricamente las ruedas de las motos y las hélices de los helicópteros. También encendió decenas de luces que, por la noche, iluminan el lugar. Pudimos observar de cerca alguno de los cientos de conejos que vagan libremente por el predio y son los “propietarios” de las hermosas y singulares casitas que habíamos visto.

Toda esta sorpresa era el prólogo de otra más, cuando nos señaló un lugar debajo de un inmenso árbol y lo vimos, a sus 74 años, sentarse y hamacarse hasta una altura importante mientras se divertía haciendo golpear sus pies entre sí cuando llegaba al punto más alto del recorrido.
Luego nos invitó a que lo imitáramos, lo cual fue una experiencia muy emocionante porque la hamaca se eleva y entre lo vertiginoso del movimiento, el largo de la soga, la altura de la rama y el abrupto descenso del terreno en la mitad del trayecto, nos hizo sentir que salíamos volando para llegar a la costa de enfrente.


En un momento nos preguntó la hora y nos invitó a sentarnos en unas sillas estratégicamente amuradas en la tierra, desde donde se veía un paisaje excepcional.

Posteriormente nos mostró que actualmente está trabajando en una rueda que va a funcionar como una “vuelta al mundo”, de los parques de diversiones,  nos llevó  a su taller y vimos varios muñecos recién comprados en el baúl de su auto, serán los personajes que disfrutarán de este juego, cada uno sentado en una sillita de chapa especialmente construida, reutilizando planchas de lata.

¡Qué hermosos momentos pasamos junto a este hombre que se reía divertido de sus ocurrencias constructivas!. Nos despedimos sintiéndonos felices.


1 comentario:

  1. Me encantó este tipo y toda su locura encima!
    Qué agradable debe haber haber sido conocerlo.
    Me recordó un poco al viejito ese de Gaiman -Chubut- que tiene el parque con objetos reciclados.
    Una divinura

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