03-08-12. Luego de
recorrer Pachacamac, entramos a la ciudad de Lima. El día estaba gris y frío.
No teníamos
información certera sobre dónde estacionar para pernoctar, pero, como pasó
tantas veces, confiábamos en poder
encontrar un lugar.
Queríamos hacer el
service de los 20.000 al km al vehículo ya que, si bien aún no los tenía,
sabíamos que más al norte iba a ser más complicado realizarlo, por eso era una
de las metas en la ciudad. Otra, conocer a unos amigos de nuestra familia,
recorrer algunos museos y el centro histórico. Además teníamos invitaciones de
gente, con muy buena onda que habíamos conocido en el camino y reside en Lima,
para juntarnos.
Recorrimos dos
locales de la marca donde pudieran hacer el service, así comprobamos todo lo
que escuchamos sobre el tránsito en Lima. Si bien ya conducimos en Buenos
Aires, Sao Paulo, Río de Janeiro y calles rotas/peatonales/con puestos ambulantes
sobre la misma en la inigualable Pisco, en Lima tienen una forma muy distinta a
lo visto hasta el momento.
Finalmente, pudimos
quedarnos tres noches (en dos diferentes sitios), pidiendo muchos permisos y
hablando con distintas autoridades.
Para pernoctar la
primer noche, en una pequeña calle entre dos parques, quedamos registrados con
nombre apellido y número de documento, las autoridades policiales alegaban que
pasar una noche allí era considerado “campamento” por cuestiones reglamentarias
e iba a ver quejas de los vecinos. Además argumentaron que si teníamos esta
aprobación, seguramente la gente de tránsito iba a querer remolcar el vehículo
al verlo allí por la noche.
Luego de una odisea
(que incluyó hablar con varios policías de distintas jerarquías y personal de
tránsito, en el transcurso de varias horas, por lo que iba anocheciendo y
reduciéndose las posibilidades de encontrar algún lugar) logramos convencerlos,
con la promesa de que nos iríamos a la mañana siguiente. Cosa que hicimos antes
de las 7.00, sin desayunar siquiera.
Encontramos un
lugar en la playa, pagamos estacionamiento durante el día, el Serenazgo del
lugar nos trató muy bien. Pasamos allí dos noches, hasta que en la mañana siguiente
un agente nos dice de muy mal modo que debemos irnos de donde estábamos
estacionados, con argumentos falaces, poco claros y contradictorios.
Como ése día era
el service, el clima seguía frío y húmedo, ya habíamos compartido gratísimos
momentos con algunas personas de las que fuimos a conocer, realizamos el
service del vehículo y nos largamos de Lima.
Lo lamentamos, ya
que había gente con quienes queríamos compartir otros momentos y lugares que,
suponemos, Lima debe tener para conocer, pero no sentíamos ganas de permanecer
allí, ni lo veíamos viable.