Entre el Distrito Federal (Brasilia), y Poconé (Estado de Mato Grosso), pasamos varios poblados y ciudades. Algunas muy humildes, con pocas calles asfaltadas, sin mucha actividad visible, donde lo central pasa por la ruta que las atraviesa. Y otras con mucha pujanza a partir de la productividad agrícola. Vimos campos inmensos con soja, una caña semejante a la de azúcar y, a partir de cierto momento, kilómetros de un manto blanco que nos pareció algodón. Cuando pudimos detenernos, lo confirmamos. Nunca habíamos visto campos de algodón.
Al entrar al Estado de Mato Grosso, el GPS automáticamente atrasó una hora su reloj. En la práctica, la diferencia horaria rige a partir de la ciudad de Primavera do Leste, unos kilómetrs más al centro del Estado.
Pasamos por el Parque Nacional Chapada dos Guimaraes pero, pudimos realizar poquísimas actividades ya que, para el resto, hay que contratar un guía. Hay mucho trekking, cabalgatas y visitas a cascadas. Ya aquí empieza a notarse un verde diferente, tal vez más profundo.
Empezamos a percibir la alta temperatura en nuestros cuerpos, tal es así que, el día en que comenzaba el invierno, el termómetro subió a 36°.
En toda esta región, en general los precios de diferentes artículos son más bajos que los que veníamos pagando, excepto el combustible. El gasoil que más al sur estaba a unos $reales 2.00, por aquí cuesta entre R$ 2.15 a R$ 2.35.
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