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¡Hola!

Este blog es un lugar, un lugar en movimiento para compartir.

Compartir los viajes, los paisajes, las vivencias, las alegrías, las reflexiones y, por qué no, las penas, que, esperamos, no sean muchas.

¿Por qué territorio? Porque es la tierra que nos aloja y es, también, el aire, el mundo material y simbólico, las ilusiones y herencias que también nos sostienen.

¿Por qué en movimiento? Porque, al movernos, lo cambiaremos y será cambiado. Por el paisaje, la gente, el camino, otros soles, nuevas lluvias; en este desafío de trasladarnos con nuestro territorio a largo plazo, en el tiempo y en el espacio.

¡Suban con nosotros y acompáñennos! ¡Pongámonos en movimiento!

Adriana y Nelson


28 jul 2012

Cruzando los Andes

Es muy difícil describir nuestro cruce de la Cordillera de los Andes.
Con muy poca logística, salimos de Pto. Maldonado mucho más tarde de lo que esperábamos. Cargamos diesel, aquí en Perú se vende por galón, y partimos hacia el este por la Interoceánica Sur.
Luego de unos kilómetros, y cruzar varios pequeños puentes, se llega a una bifurcación, hacia el sur: Puno, hacia el este: Cusco.



Seguimos al Este, se hace notorio el ascenso, luego comienza a llover, curvas y contra curvas en ángulos muy agudos. Por si faltaba algo, además de las máquinas viales trabajando, hay desmoronamientos en diversos sectores, algunas son rocas de importante tamaño, los conductores que vienen detrás nuestro no aminoran la marcha. En algunas curvas los carteles advierten: “toque claxon”, lo hacemos, avanzamos en segunda y tercera marcha.
















El agua forma cataratas en la montaña que cae atravesando la carretera en lugares diseñados para ello, luego sigue su descenso pero no hay barandas ni guard rails, el agua cae libre hacia abajo pasando bajo nosotros, cada vez hay más agua, la niebla aumenta.
Descendemos unos cuantos metros hasta un río, acompañamos su recorrido un trecho y empezamos a subir de nuevo.
















Empiezan a  aparecer ruinas incaicas y las terrazas en que se realizaban los cultivos. Niebla cerrada, un sitio arqueológico tras otro en pleno ascenso. Lugareños trasladándose entre la bruma. O agrupados a los costados de la “pista” (ruta) con enormes bultos envueltos en mantas de colores, parecen pequeños duendes que se mueven con naturalidad en ese paisaje que trashuma historia.






Y continúa el ascenso, algún malestar físico en nosotros, también a la Master le cuesta (tratamos de sobrepasar un micro y nos damos cuenta de que no hay reacción de parte del motor),  continuamos.

Entre niebla que va y viene, el GPS marca los 4739 msnm, y más allá aparece la cordillera nevada. Impactante. Impresionante. Un cartel indica Abra 4725 msnm y comenzamos a descender.



Seguimos un poco más, imposible detenernos en las termas que nos habían recomendado, no sólo no hay donde estacionar (los pueblitos se desarrollan al costado de la roca, entre ésta y el precipicio), sino que la lluvia y la niebla nos desaniman. Antes de las termas observamos un paisaje fantástico: el calor termal produce vapor que brota del asfalto, al encontrarse con el frío reinante y el viento, hace que la humedad dance en miles de gotas sobre la superficie de la ruta.

Cada tanto aparece una pequeña pampa y vemos alpacas, llamas y diminutas casas; frente a la montaña, con sus terrazas, pequeños riachos o lagunillas verdean el paisaje.




Aparece un pequeño pueblo, vemos lugar para detenernos y, rendidos, estacionamos luego de varias horas de manejar sin parar. Hay síntomas de altura, como si fuera una resaca pero sin fiesta. El conductor toma una píldora para el dolor de cabeza y otra para la náusea, duerme 12 hs.

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