Nos vamos acercando a Pto. Maldonado por la
Ruta Interoceánica Sur, en muy buen estado, de a poco vamos dejando la selva. Luego
de cruzar un larguísimo puente ingresamos a la ciudad.
Estacionamos en la plaza central y somos
sorprendidos por el tránsito vertiginoso y caótico, en el que las reglas de
conducir varían notablemente con el país de dónde venimos.
Las motitos, en infinita cantidad (particulares
y mototaxis), y los motocar, hacían la mayoría de las veces caso omiso a los
semáforos, avanzando y cruzándose, como si el recurso de tocar constantemente
la bocina los habilitara a pasar por dónde y cuándo quisieran.
Pensábamos que íbamos a encontrar un
pequeño pueblo virgen de turismo, pero encontramos gente de todas partes del
mundo y varias agencias turísticas (básicamente promocionando expediciones a la
selva para observar su fauna y realizar
turismo aventura), pero ningún mapa rutero del país. Sólo conseguimos una
fotocopia con las rutas básicas y el flujo de tránsito de cada una, eso sí, el
dueño de la librería nos explicó con pasión cómo viajar a Cuzco, donde detenernos
a descansar, sugiriéndonos por donde continuar luego nuestro viaje.
Por la noche asistimos a un concurso de
karaoke en la plaza, organizado por el municipio ya que se festejaba el 110
aniversario de la ciudad.
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