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¡Hola!

Este blog es un lugar, un lugar en movimiento para compartir.

Compartir los viajes, los paisajes, las vivencias, las alegrías, las reflexiones y, por qué no, las penas, que, esperamos, no sean muchas.

¿Por qué territorio? Porque es la tierra que nos aloja y es, también, el aire, el mundo material y simbólico, las ilusiones y herencias que también nos sostienen.

¿Por qué en movimiento? Porque, al movernos, lo cambiaremos y será cambiado. Por el paisaje, la gente, el camino, otros soles, nuevas lluvias; en este desafío de trasladarnos con nuestro territorio a largo plazo, en el tiempo y en el espacio.

¡Suban con nosotros y acompáñennos! ¡Pongámonos en movimiento!

Adriana y Nelson


17 jul 2012

Viajando por Rondonia


En viaje hacia el Estado de Rondonia llegamos a una ciudad llamada Pontes e Lacerda, nos guió nuestra intuición y pudimos estacionamos a la orilla de un río. Durante toda la tarde fue llegando gente tanto sea para pescar, descansar bajo el puente (donde estábamos nosotros), hacer un alto en el trabajo para tomar tereré, etc.
En general los habitantes tienen una actitud de seriedad y reticencia pero saludan y comienzan a hacernos preguntas, algunas llamativas por lo concretas que son. Comprobamos finalmente, que es el lugar donde con más gente hablamos en las pocas horas que estuvimos. Incluso uno insistió para que nos sacásemos una foto con él (con nuestra cámara).

Encontramos un lavadero de ropa que no cobrase mucho ni tardase tanto, como otros donde habíamos averiguado; de todas maneras tampoco es que haya tantos lavaderos en Brasil. Sólo dejamos la ropa grande. En todos ellos cobran por cada una de las prendas.

Si bien el paisaje es siempre llamativo, el cansancio de los kilómetros acumulados en los cuerpos se hace sentir, cuesta cada vez más entretenerse hasta llegar a destino; además como estamos yendo al norte, el calor es cada vez  más intenso, tratamos de no viajar entre las 11.30 hs y 13.30 hs, por más que usemos el aire acondicionado del vehículo.



Sabíamos que la ruta estaba en mal estado, ya que nuestra revista guía, “Rodoviario”, lo aclaraba. La verdad es que nos tuvimos que armar de paciencia, ya que el estado calamitoso fue mucho más largo de lo indicado. Donde había parches éstos sobresalían algunos centímetros, por lo que el golpe se acusaba igual, la cocina y la heladera nos avisaban de ello. 
Cada tanto había “buracos” (palabra que aquí usan para el agujero) que eran cráteres aún no explorados debidos a su profundidad. Mientras el conductor emite improperios cada vez más creativos ante cada uno de los tres cráteres que no pudo evitar, la copiloto trata de embocar la aguja de crochet en el punto recién hecho, mientras la lazada se deshizo por el salto del vehículo.
En algunas partes no se pueden evitar ya que se encuentran a todo lo ancho de la calzada, es difícil frenar con los autos que vienen atrás y los camiones que circulan a buena velocidad. Tal es así que auxiliamos a dos brasileros quienes, aunque conocían la ruta, rompieron dos neumáticos de su camioneta; llevamos a uno de ellos hasta la “borracharía” (gomería) más cercana y aprovechamos para preguntarle de la ruta para ingresar a Perú, hacia donde se dirigían.


















Nos detuvimos en Ariquemes frente a los baños de un “posto” (estación de servicio). Constantemente paraban camioneros a ducharse y seguían su viaje. Pero cuando quisimos corrernos a un lugar más tranquilo, dos camiones estaban estacionamos “demasiado” cerca atrás nuestro. Esperando que también se vayan fuimos al bar del posto a tomar una “geladinha” (cervecita) y escribir para el blog.
Cuando volvimos al auto, estábamos rodeados de inmensos camiones (de 25, y hasta 30 metros de largo y varios metros de alto), que no nos dejaban movernos, ante la imposibilidad de buscar a los propietarios entre los, aproximadamente treinta camiones que había en toda la playa, decidimos pernoctar allí.

A la noche, después de cenar, charlamos con algunos camioneros vecinos (muchos viajan con sus esposas), mientras ellos esperaban su turno para bañarse; fue una charla amena y nos avisaron que la ruta empeoraba.

Cuando fuimos a dormir, estábamos en el borde de una ciudad-camión, lamentamos que no había luz para fotografiar.


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