Siguiendo la costa al norte, hay algunas playas más hasta llegar a
Esmeraldas.
Esmeraldas es una ciudad con un halo de peligrosidad. Desde que entramos a
Ecuador y contamos nuestro proyecto de viaje, todos nos alertan: "no vayan a
Esmeraldas"...", en Esmeraldas les van a robar".
Sumado a nuestra curiosidad, se agrega el dato de que allí hay una
refinería donde podríamos cargar nuestro “cilindro” (garrafa) de gas. Nos
dirigimos hacia allí. Llegamos al borde de la ciudad, donde está la refinería.
En Ecuador las garrafas poseen otra rosca y “pulmón” (regulador) distinto
al nuestro, por lo que no podíamos trocar la garrafa ni llenarla en cualquier
parte.
Explicamos el problema y solícitamente pasamos a hablar con quien nos
derivan. Cuando llegamos a César, quien nos debía atender, ¡no podemos
creerlo!, se encuentra oyendo: Vilma Palma e Vampiros! Más aún, nos habíamos
enterado que este grupo iba a actuar en estos días en Quito, también Los
Enanitos Verdes. Sorprendente!
Nuestro amable solucionador nos da la idea de llevar una conexión, que
poseen, a una tornería y cambiarle la rosca, a fin de que así puedan cargar el
gas. Lo hacemos y, en un minuto y gratis, llenan la garrafa. Dejamos el
adaptador en la refinería, por si algún otro argentino necesita.
En agradecimiento le regalamos a César un CD con música argentina.
Cuando le contamos vía mail a Javier y Rosa de todo esto, nos enteramos que
ellos también necesitan recarga; ¡el adaptador sigue trabajando!
Para terminar el día decidimos acercarnos al centro o a las playas de
Esmeraldas, preguntamos a la gente del lugar y nos sugieren Atacames, Sua o Same. Resolvemos oír
tantos iguales consejos y retornamos a Atacames, aunque nos
perdimos de conocer la famosa Esmeraldas, ciudad plena de afrodescendientes.
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