Crucita nos resultó una idílica aldea de pescadores, pueblo tranquilo. La
única dificultad que encontrábamos era que cada vez que íbamos a comprar pan
“salado” (como le dicen en Ecuador al pan de mesa) siempre faltaba una hora
para que lo saquen del horno, hasta que…
La playa es muy grande, pasamos el tiempo viendo a los pelícanos y fragatas
procurarse su comida. Los pelícanos, solos o en grupos de hasta seis, volando
en picada hasta incrustarse en el mar para atrapar su presa; las fragatas,
esperando que los pescadores evisceren la pesca del día, o que, del restaurante
del hostal frente al cual estábamos estacionados, les arrojen al aire los
restos de pescado, para atraparlos ágilmente en el aire. A veces, veíamos que
dos fragatas se peleaban por un trozo de alimento, si una conseguía atrapar
algo, era perseguida por otra que la molestaba intentando que se le caiga, hasta
que…
Hasta que sucede algo raro, que aún nos deja
pensando: una pareja se nos acerca a charlar. Piden ver el motorhome, les encanta.
Resulta ser que son dueños de un hotel y atraviesan cierta crisis, como todos.
Necesitan airearse y nuestro viaje los entusiasmó. Y… ¡¡¡sale la idea de trocar
por unos meses el vehículo por el hotel!!!
La fantasía del hotel frente a la playa se puede concretar!!! Increíble
pero verdad!!! Si no nos faltara tanto para el retorno, y por las ganas que
tenemos de ir a la montaña y al oriente de Ecuador, nuestra respuesta hubiera
sido otra. De todas maneras, la oferta sigue en pié.
Ustedes ¿nos vendrían a
visitar? Ah!!!, el personal del hotel es muy amable y la cocinera: ¡excelente!
Nunca explicaron porque el pan no estaba.
ResponderEliminarBuhhhh
Nunca conseguimos pan salado...buhhh
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