Al estar
bordeada de montañas y, posiblemente, por haber sufrido terremotos, Quito es
una ciudad que se extiende bastante, con pocos edificios de altura.
Teniendo
en cuenta que está a unos 2.800 msnm, con subidas y bajadas, y su centro
histórico posee calles angostas y de adoquín, decidimos aprovechar la
experiencia de Cusco y alojarnos en un hostal, en sus cercanías.
Nos hospedamos
en el Hostal Calderón, en la ciudad del mismo nombre. Nos resultó cómodo ya que
en su “garaje” entraba la Blanquita y el personal era amable. Allí estuvimos
unos días, a una hora de viaje del centro de Quito.
Los
buses no entran al centro histórico; hacíamos una combinación de bus, por la
Panamericana hasta llegar a una terminal y allí subíamos al trolebús (o trole).
En el bus se podían pagar los u$s 0,30
que servían para los dos tramos, sin el trole sólo costaba u$s 0,05.
El trole. |
Vamos a
la ciudad el feriado y un fin de semana, por lo que es muy relajado el paseo. La
gente caminaba muy distendida y, como en el centro histórico de Lima, era
impresionante la cantidad de policías en las inmediaciones.
Recorrimos
la Plaza Grande y visitamos la Catedral Primada y su museo, (u$s1,50 la
entrada), el Museo Mena Caamaño del Centro Cultural Metropolitano (u$s 1,50 ) y
la Iglesia de la Compañía de Jesús (u$s 3). Ésta es exquisitamente barroca,
impactan sus inmensos retablos forrados en pan de oro. Todas ellas con
excelentes guiadas incluidas en el costo de la entrada.
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