06 y 07-04-13. Parece un
pueblito anodino, con su bodega, su borrachín y sus madres casi adolescentes
charlando mientras sus pequeños hijos juegan en derredor pero, con un poco más
de detenimiento, se comienzan a observar sutiles relaciones de poder,
“terapias” a las que algunos se someten, extraños jardines de Rapaccini.
Los pájaros son amigables,
también los canes, más hoscos sus habitantes, aunque no rehúyen al saludo
nunca, ni los adolescentes. Pero siempre es posible encontrar algo en sus
miradas, en algún gesto no concretado…
Unos caminan reconcentrados
en sus cuestiones, otros parecen tener todo el tiempo a disposición.
Hay también un misterioso
aeropuerto en la tierra roja. Recuerdo ahora que hubo mucha policía en los
pocos km de la ciudad hasta aquí y todos revisaron el vehículo y nos
preguntaban si teníamos parientes en la zona, ¿por qué? Supuestamente es un
sitio turístico…
La construcción que funciona
de iglesia, muy pequeña y azul, no se visita ni se repara hace bastante. Hay
imágenes religiosas caídas, dos inmensas rajaduras en el piso que parecen
querer derrumbar los muros laterales. Mi imaginación no alcanza para pergeñar
que oscura ceremonia pudo haberlos producido.
Posee dos lamparitas al frente,
una quemada, la otra encendida mientras haya energía eléctrica en el poblado.
De 11.00 AM a 11.00PM cada día.
Aunque, avisan, en vez de las
11.00 puede comenzar a las 11.45 o 12.00 o más tarde.
El viernes a la noche,
llamativamente, no hubo música ensordecedora frente a la bodega-bar, ni no
ensordecedora. Por las risas planas, siempre iguales, debe haber habido marihuana.
Todo muy tranquilo.
Noches maravillosas, plenas
de estrellas, ¡lástima los incansables puri puri y las moscas!
Luego de encontrar los
consabidos argentinos ( en todas partes hay argentinos), una pareja que viaja
en un Citroen y otra que tiene un circo con su compañero, subimos hasta El
Abismo (subir al abismo, parece una contradicción).
El Abismo nos atrajo por los
comentarios que recibimos de este accidente geográfico y, por supuesto, por las
múltiples resonancias del nombre. Nombre, ahora que lo pienso, que los extraños
habitantes del pueblo no pueden no reconocer.
En realidad creo que lo
reconocen hasta en sus más escabrosas acepciones…
Estuvimos dos días en un
camping auto service, es decir tenemos que preguntar por todo o ir adivinando:
“¿porqué no hay electricidad?”, “¿dónde se puede lavar ropa?”. Tal vez esa sea
la fachada. Una vecina luego nos cuenta una infidencia: allí se hacen
“congresos”.
Mañana nos vamos y un
habitante se “filtra” para que la llevemos a Santa Elena de Uairén…tal vez
quiere saber hasta dónde comprendimos sus secretos.
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