23-03-13. Paseamos
por Cumana, la ciudad en su parte antigua está sucia y descuidada.
El paseo cerca del río, más atendido, se encuentra lleno de gente
por varias cuadras. Se trata de una nueva iniciativa del presidente a
cargo, Nicolás Maduro, hay una feria donde se pueden comprar
alimentos básicos a precios muy convenientes. Gente con chombas
coloradas (bolivarianas, chavistas, socialistas) por todas partes,
organizando, carteles que recuerdan y agradecen a Chavez, consignas
por altoparlantes.
Nos gustó que habían invitado a una compañía
de danza con niñas pequeñas, al finalizar la actuación la
directora le agradece al gobierno y hace proselitismo.
Subimos caminando
hasta el Castillo de San Antonio de la Eminencia, construido en 1659,
donde vivimos una experiencia muy fuerte.
Estamos de acuerdo con que cada persona quiera y deba trabajar para lograr su sustento pero, una persona muda tratando de hacer de guía en lo alto de la fortaleza…¡!
Hacía gestos fuertemente expresivos mientras señalaba algo en las piedras, no entendíamos a qué se refería pero le agradecimos su interés en aumentar nuestro conocimiento colonial.
Lo más impactante
de la construcción fueron las dos pequeñas salas que servían de
prisión. La más pequeña, de tamaño inverosímil, la usaban los
españoles para dejar morir a los prisioneros sin comida ni bebida,
con unos pequeños agujeros por donde, apenas, pasaba el aire.
Partimos hacia el
Este bordeando el Golfo de Cariaco y teniendo todo el tiempo la
Península de Araya a nuestra izquierda.
Empezó a caer la
tarde cerca de Villa Frontado, como nos pareció un pueblo muy
pequeño, casi asfixiante, decidimos seguir hasta Cariaco a pasar la
noche, aunque nos desviaba de nuestro camino a la Cueva del Guácharo.
Llegamos y nos
sorprendió la iglesia, parecía un castillo de estilo “flexible”.
Caminamos por la plaza mientras escuchábamos charlar a viva voz a
los parroquianos mientras degustaban cervezas y trataban de hacerse
oír por sobre la música del local donde ellos mismos compraban las
cervezas.
Preguntamos a la policía si podíamos dormir casi enfrente de la comisaría. Nos contestan que “si un vecino no se queja, no había problema” (¿?).
Cuando salimos de la
casita para dar otra recorrida por el pueblo, una vecina (¿la que se
queja?) nos pide que corramos el vehículo,"así
la policía puede cuidar mi casa", expresó.
Volvemos a la
policía para saber cómo se resolvía esto y una agente (que parece
ya conocía ampliamente a esta vecina) nos dice que estacionemos al
lado de la comisaría.
Además, consulta a
su jefe para ver si tiene otra idea y éste dice
que puede llamar al motorista (chofer) para que corra el patrullero
(unos cinco metros) así acomodamos la casita más cerca, aprovecha y
dice que “si nos parece” podemos colaborar…para el aceite del
patrullero. Ponemos cara de que no entendemos de qué está hablando
y le agradecemos a la agente su idea. Estacionamos más cerca de la
policía (frente a la vecina que, por lo demás, de todos modos tenía
el resto de su casa tapada por un camión).
Nos vamos a dormir y
empieza a sonar música muy fuerte, creemos que en la placita frente
a nuestro estacionamiento callejero. Dormimos entrecortadamente hasta
que, de pronto, un fuerte golpe nos despierta. Pensamos que nos
habían chocado otra vez. Descubrimos que un hombre borracho se había
caído sobre el vehículo. No sabíamos qué hacer, el ambiente era
hostil, la policía, por primera vez en Venezuela, no nos producía
seguridad. Oímos que alguien le empieza a hablar a esta persona, la
cual le contesta de modo poco coherente. A los dos días descubrimos
un nuevo golpe en la chapa de la casita, tal vez allí golpeó el
hombre embriagado, lo cual nos hizo preocupar por él.
Así nos dormimos
otra vez, mientras oíamos música de fondo. A veces, por supuesto,
las músicas se superponían.
Cuando amaneció
salimos del nefasto pueblo.
El aire fresco de la
montaña nos haría bien, supusimos, y, en general, según nuestra
experiencia la gente que vive allí no es tan ruidosa.
Pocos kilómetros
hacia el Oeste, desandando el camino de ayer, encontramos otra ruta
que va hacia el Sur, así empezamos a regresar a Argentina. Aún
faltan muchísimos kilómetros más y unos cuantos días pero las percepciones
cambian, las sensaciones son de despedida, de Venezuela y de este
viaje.
Empieza otro
movimiento del territorio.
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