02-04-13. Como el Delta del
Orinoco, éste es también un lugar pleno de fascinación, cuyo nombre, como el de
Patagonia, es una etiqueta que alude a muchas cosas existentes y a muchas que
se forman como anhelo, sueño, atracción para quien la nombra.
Después de hacer noche en la
Comisaría de “Km 88”, donde nos reciben cordialmente, nos levantamos temprano
y, sin más, nos dirigimos solícitamente a La Escalera, un tramo en que la
carretera asciende abruptamente y para depositarnos en el famoso escenario
natural.
Dejamos el pueblo sin dejar
de pasar antes por otros cuantos pozos de agua maloliente, tal como a la
entrada, y vemos la estación de servicio con largas colas con autos y camiones
esperando cargar combustible. Como lo venimos observando en los últimos sitios
de esta ruta, hay personal de la Guardia Nacional custodiando y ordenando las
filas. Por suerte tenemos suficiente combustible y no necesitamos detenernos.
Ascendemos La Escalera. Sólo consideramos
de importancia un par de curvas llamativas en subida (dicho esto luego de la
experiencia que hemos adquirido en el viaje en esto de subir y bajar cerros y
montañas), y pasamos rápidamente por el Peñasco de la Virgen (o lo que algunas
personas dicen ver en la roca). Según parece atrás de esta formación están
Brasil y Guyana, esta vez no iremos allá. Nos han dicho que es zona controlada
por los contrabandistas de oro y diamantes, muy, muy peligrosa.
De golpe, después de una
curva, somos depositados mágicamente en una extensión inmensa de tierra y
cielo. Tierra plana o levemente ondulada, verde, plácida, con un cielo celeste
intenso con nubes muy próximas que parecían estar al alcance de la mano.
Esta sensación de tener el
cielo “ahí nomás” nos acompañó todo el viaje en la Gran Sabana, es algo parecido
a lo que se experimenta en Patagonia, otra distancia entre cielo y tierra, otra
relación con lo infinito o, la oscura sensación de lo que el hombre puede
llegar a percibir como infinito.
Recorrimos varias cascadas
que se encuentran al costado de la carretera. Para llegar a otras hay que alejarse
del camino, pero su condición no las hacían asequibles a nuestro vehículo.
Algunas cascadas son muy
altas, otras bastante bajas, pero cada una tiene su particularidad, desde las
tranquilas e “introspectivas” de Kawi, a las hermosas de Kamá. La Quebrada de Jaspe con sus colores
profundos, que provienen del centro de la tierra, el Salto Yuruaní, con su
importante altura.
Siempre, alzando la vista,
algún tepui se veía, presencia atemporal, que calmaba y daba justa proporción a
todo lo que estábamos viendo y viviendo.
Ésta es una de las
formaciones geológicas más antiguas del planeta, sino la más y, tal vez, aún
sin saberlo concientemente, de algún modo el espíritu lo capta, lo percibe.
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