¡Chau cachapas! |
08-04-13. Llegamos a la
frontera temerosos acerca del tiempo que podría llegar a tardar hacer los
trámites del lado venezolano, teniendo en cuenta nuestra experiencia al entrar
al país, hace más de dos meses.
Para colmo, era la tarde, y,
una vez más, contradecíamos la consideración de la conveniencia de hacer los
trámites migratorios a primera hora de la mañana. Como no nos interesaba estar
una noche más en Santa Elena de Uairén, allí nos dirigimos.
Estacionamos y sale un
militar a decirnos que esa era zona restringida, teníamos que aparcar enfrente,
“empezamos mal” pensamos.
Entramos a las modernas dependencias
para dar la salida del vehículo, allí encontramos dos personas conversando
despreocupadamente en una oficina. Le preguntamos sobre nuestro trámite y nos
dicen “busquen a Randy”, señalando otras oficinas más hacia el interior del
edificio.
Ingresamos a esas dependencias
y encontramos bonitas ventanas vidriadas listas para atender mucha gente. Gente:
una, empleados: ninguno.
Le preguntamos a la señorita
que estaba esperando si ella también esperaba por Randy, “Randy debe estar ahí”,
dijo con evidente mal humor de quien está esperando por bastante tiempo,
mientras señalaba un poster de Isla Margarita con una atestada playa. Reímos y
nos pusimos serios a la vez. “¿Dónde está Randy?”.
Justo llega una empleada, le
comentamos nuestra inquietud y, milagrosamente, aparece Randy.
Randyponeunselloenelpasaporte,firmaynosenvíaaotraoficinaparanuestroegresodel
país.
Vamosaesaoficina,unaseñoritasellalospasaportesanotaamanoenuncuadernodeactasynosdice:”buenviaje!”.
En 15 minutos habíamos salido
de Venezuela! Así es este país, siempre sorprende.
Cruzamos a Brasil, en la
Policía Federal pasamos más tiempo hablando de las maravillas geográficas que
haciendo trámites, vamos luego por el vehículo y la empleada nos dice que por
el Mercosur no hay que hacer trámite alguno. Nos vamos y decimos: “¡no puede
ser!”
Reingresamos al edificio y le
decimos en nuestro portugués de academia: “motorhome, carro-casa, no moto”,
pensando que tal vez ella creía que andábamos en moto (como nos ocurrió muchas
veces). Nos mira con cara de: tengo cosas más importantes que hacer y nos
repite lo mismo. Derrotados, salimos de la oficina sin más papeles ni sellos…
¡Nuevamente en Brasil! |
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